miércoles, 6 de agosto de 2025

BAJO EL VOLCÁN

 Como he tardado tanto tiempo en darme cuenta de que algún día me tocaría a mí tratar con su carácter, y de rebote con nuestros destinos, es algo que todavía no logro comprender del todo. Los volcanes siempre han sido fuente de atención de las mentes imaginativas porque siempre han visto una relación, no demostrable por supuesto, entre las entrañas de la Tierra y las nuestras propias. Empecé a darme cuenta de lo que significaba su carácter después de leer “Viaje al fondo de la Tierra”, de Julio Verne, en el club de lectores que organizaba yo en la biblioteca de la que también era el director. En este ejercicio colectivo que es un club de lectores adultos mi intención era que la potencialidad crítica del pensamiento de cada lector saliese de su anestesia o pereza habitual porque pasáramos de enunciar el gusto lector a encarnar la crítica razonada. Dicho con otras palabras, pasáramos de ser unos lectores pasivos y comodones a tratar de ponernos a la altura creativa que nos exigen las palabras del narrador del cuento o la novela que nos ha convocado en la biblioteca. Esto era así, al menos eso creía yo, hasta ese día en que ella apareció en la biblioteca por primera vez como nueva lectora del club. Estas fueron sus palabras para presentarse: “Nada hay más parecido al paisaje de la mente que el interior caliente y oscuro de un volcán”, dijo cuando le tocó el turno de palabra. Dijo eso y también dijo su nombre, Catalina Llompart. Luego recogió sus papeles y abandonó la biblioteca sin despedirse. Han pasado casi veinte años desde aquel bautizo lector. Entre medias, un sinfin de erupciones de esa manera volcánica de ser, tan lúcida algunas veces tan destrucitiva la mayoría. Ayer me llamó por teléfono para decirme que dejaba de asistir al club de lectores, porque el volcán se había convertido, a su entender, en un entretenimiento turístico sin chispa ni lava que llevarse al coleto. Como lo oye.