martes, 18 de febrero de 2025

CLUB DE LECTORES 21

 NUNCA PODREMOS SALVAR LO QUE NO AMAMOS

Has desafiado con mayor éxito la fuerza de la gravedad - no te da miedo viajar en avión, ya ves - que la fuerza que te constriñe de los prejuicios y los complejos - rápidamente te envuelves en tu coraza - ante un cuento o una novela en el club de lectores al asistes con asiduidad. Me pregunto, a veces, si algún día serás capaz de llegar a ser un lector comprometido con el cuento o la novela que nos convoque en tanto en cuenta obra creativa. Un compromiso que no lo has de entender como algo que emana de la fe en la ideología social que profeses, digamos, en plan militante o militar, sino como algo que te llama o interpela desde su interior a las puertas de tu intimidad. Como algo que te atraviesa y no te resbala. Si te resbala, que es lo que pienso te pasa la mayoría de las ocasiones, lo mejor es que llames por teléfono al coordinador del club de lectores y justifiques tu ausencia en esos términos literarios, a saber, hoy no podré asistir a la reunión convocada por usted para conversar sobre el-cuento-o-la-novela-tal-del-autor-cuál porque su lectura con la voz del narrador al frente no ha conseguido traspasar el ámbito de mi epidermis. O algo así. Ahora bien, si quieres explicar, siempre es mejor que sea así, sobre si ese rechazo tiene que ver con la dureza de tu piel convertida ya en una coraza impenetrable, o tales asperezas intransitivas son las propias del relato que nos ha convocado, entonces es mejor que no te quedes en tu casa y salgas raudo para participar en el club de lectores. Seguramente la causa de tu rechazo al cuento o a la novela que nos convoca será una misteriosa combinación de ambas durezas o impenetrabilidades. La tuya personal y la de la voz narradora que se quiere comunicar contigo. Llegado a este extremo pienso que también has entrado en el ámbito del compromiso lector y has aceptado su inherente principio de responsabilidad. 


Es el momento de que te hagas la siguiente actividad. La de ponerte delante de la radio o de cualquiera de las pantallas que manejes para escuchar eso que generalistamente se conoce como Noticias, y lo compares con ponerte delante de un cuento de viente páginas. Comparar lo que significa escuchar las Noticias para ver qué pasa en el mundo - este es el dictum genérico con el  que la Peña nombra este acto cotidiano - con escuchar lo que dice una voz identificada o anónima que cuenta, pongamos, el mundo de un jardinero mayor en la Rusia de finales del siglo XIX.  O dicho de otra manera, escuchar las Noticias de los poderes del mundo en comparación con escuchar las palabras del poder del narrador contando el mundo del jardinero mayor en la Rusia finisecular. Siempre me ha parecido encomiable tu determinación, en cualquier momento y lugar, para contar anécdotas salidas del amplio repertorio que posees. Sin embargo, por un razonamiento paralelo y teniendo en cuenta tu asistencia devocional al club de lectores, siempre me ha parecido un acto consciente de autocensura el no ensayar por tu parte, a partir de las lecturas que compartimos, la conversión de todo ese acervo anecdotario en paginas literarias donde reflexiones sobre tu manera de ver el mundo. Como ya sabes, y hemos repetido muchas veces en sede tertuliana, lo importante no es el chascarrillo de la anécdota en la que habitualmente tú eres protagonista, sino que haces con lo que en ella te pasa. Ese que haces con, ya también sabes, es lo que marca la diferencia entre escuchar los chascarrillos del mundo en lo se conoce como Noticias del mundo en general y escuchar lo que dicen las palabras significativas del narrador sobre el mundo en particular del jardinero mayor en la Rusia finisecular, por seguir con el ejemplo que te he propuesto.


En fin, también lo hemos comentado muchas veces, un cuento o una novela no nos convocan para  comentar las noticias del mundo o las anécdotas privadas, que forman los telediarios personales, pues ambas ya tienen sus propios y solicitados espacios - que dicho sea de pasos gozan de una inmejorable salud - sino para crear el espacio y el tiempo desde los cuales aprender a buscar nuestro ser permanente en el mundo. Ese ser que padece el permanente olvido del ego moderno, ocupadísimo en trajinar en aquellos espacios entre las noticias del mundo y las suyas propias. Y vuelta a empezar, como el burro da vueltas a la noria tras el puñado de paja que le han puesto delante. Al fin y al cabo, eso ya lo sabes aunque no sabes cómo lo sabes, compartimos nuestras lecturas para que no se nos olvide lo verdaderamente importante: nunca podremos salvar lo que no amamos.

lunes, 17 de febrero de 2025

CLARA JANÉS

 OYES ESA MÚSICA (fragmento)

¿Oyes esa música
que cruza como luz la oscuridad
mientras la oscuridad gira
y yo con ella?
¡Con qué fuerza
se abre paso
y llega incluso
a mi lugar más remoto
cercado también3 de sombras!
Pero el latido
que brota allí
nadie lo oye.

EL PROPÓSITO DE LA VIDA

 Podía dar altos rendimientos en un bazar oriental de todo a cien, pero no había hecho la carrera de económicas y dos masters para estar rellenado las estanterías de una tienda así. De todas maneras acepté el formulario de Asía Total - ese era el nombre de la gran superficie china - que tenía que rellenar y me comprometí a entregarlo al día siguiente. Al salir a la calle, de pronto, me entró una repentina crisis de fe en el progreso humano, una creencia adquirida el día de mi primera comunión. La vida tiene un propósito me convencí aquel día. Mi compañero de pupitre en la escuela del barrio, Jacinto Ugarte, estaba convencido de ser vasco. Menos dotado de recursos imaginativos, Antolín Ledesma era un forofo del Real Madrid. Entre estas identidades, y otras de menor rango, pasé mi infancia y mi adolescencia.Cuando elegí económicas al llegar a la universidad estaba convencido que Dios había creado el mundo bajo el auspicio de las matemáticas. Días antes de tener la entrevista en la tienda china acababa de ver una película japonesa, donde el protagonista se ganaba la vida limpiando inodoros públicos, lo que le dejaba suficiente tiempo para ganarse su propia vida, según sus propias palabras. La sabiduría que albergaba esta doble manera de sentir la vida, también de procedencia asiática, me hizo pensar de nuevo en el destino que me reservaba la carrera de económicas y los dos másters. Y en el que podía tener si firmaba el formulario de Asía Total.

sábado, 15 de febrero de 2025

MANUEL FRANCISCO REINA

 Camarote 7137

Porque un número puede encerrar toda la magia
y una llave abrir la celda de amor más perfecta.
Uno sabe enseguida, aunque sea un instante,
dónde puede ser feliz para toda la vida.


PARA ESMÉ, CON AMOR Y SORDIDEZ

 NOTICIAS DE ESMÉ: VIGILIA, SUEÑO y RECUERDO

Algunos meses después de desembarcar en las playas doradas de la jubilación, la sindicalista MC ha contado a sus colegas lectores en sede tertuliana - con el amor que ella siempre pone a favor de la justicia laboral - la sordidez con que han actuado sus camaradas del sindicato en el último episodio de su lucha fraternal. Sin embargo, aun temiendo por su frágil salud, está dispuesta a dar la última batalla antes de retirarse definitivamente a sus aposentos de permanentes vacaciones merecidamente ganadas. Por decirlo así, ha lanzado la moneda al aire a sabiendas que las posibilidades de la cara y la cruz están agotadas. Pero ha intuido narrativamente que es en el caer de canto donde se encuentra el milagro del acontecimiento vital y poético. El milagro para que la vida de la  sindicalista MC y la del sargento  X - un personaje literario que se ha cruzado sin previo aviso en su camino - coincidan y se reconozcan en ese ámbito que solo puede construirse de forma edificante y disciplinada, gracias al entendimiento entre la vida y la literatura. Y viceversa. Sus colegas lectores así lo deseamos, a beneficio de su última batalla sindical y de los futuros encuentros en nuestra querida tertulia. 


En el uso común la lengua parece como si tendiese a no significar. El que habla parece no ser consciente de que habla. Precisamente porque el hablar es un hecho natural. Uno habla y el interlocutor responde. El funcionamiento normal del lenguaje hace que interioricemos la impresión de que el lenguaje funciona porque si. Solo cuando en la comunicación aparece un problema reconocemos la complejidad del hablar, del mismo modo que la enfermedad nos hace recordar que la salud no es natural sino que también es un estado. O del mismo modo que la espera de una llamada urgente de teléfono nos hace ver que el silencio del teléfono también es una señal, que hasta puede ser angustiosa. Estos ejemplos que se refieren al hablar también sirven de alguna manera para el escribir.


La capacidad de escribir en un mundo desarrollado parece ser una capacidad natural. Todo el mundo puede escribir. El mecanismo de escribir solo se hace evidente cuando uno se enfrenta a un problema expresivo semejante al que representaban los supuestos dichos anteriormente, es entonces cuando la conciencia de la complejidad se hace evidente. La lengua normal, la hablada y la escrita, es la lengua predecible. Y por ser predecible es por lo que parece que no se atiende a su funcionamiento. A mayor esperabilidad menor expresividad.


A mi entender, seis son los momentos en el cuento de Salinger donde el lector se enfrenta a problemas expresivos no esperables y por tanto muy expresivos y significados. Seis momentos donde el lector debe pararse y prestar toda su atención a lo inesperado y a la expresividad o significación que le acompaña.


1 final del primer párrafo de cuento, la he llamado zona de vigilia, Pag 89: “Aquí nadie intenta complacer a nadie, sino más bien edificar e instruir” (en el sentido de disciplinar)

2 la escena que llamo zona de sueño Pag 90 a Pag 104 en la que conocemos a Esmé 

3 vuelta a la zona de vigilia para entrar a la zona que llamó de recuerdo, Pag 104

4 final zona de recuerdo Pag 112: “Unos pocos y angustiosos minutos más tarde, cuando volvió a abrirlos, …

5 En la conversación en la cafetería con Esmé, no le dijo el nombre, más tarde en la carta que le envía si lo menciona.

estimado sargento X: 

Espero me disculpe haber tardado 38 días en India nuestras correspondencia,…

6 Al final de 5, Pag 113: “Y de pronto, casi en éxtasis, sintió sueño.

“Coge a un hombre verdaderamente soñoliento, Esmé, y siempre tendrá una posibilidad de volver a ser un hombre con todas su fac… con todas sus fa-cul-ta-des intactas.


Me decidí a poner el cuento de Salinger para conversar en la tertulia porque está enmarcado en una época muy similar a la nuestra. Hay guerras de las de siempre y guerras culturales tecnológicas de ahora, hay invasiones de las de siempre e invasiones tecnológicas de ahora. Véase la experiencia de MG antes mencionada. Como consecuencia nadie cree en nada ni en nadie, nadie confía en nadie, nadie confía en nada, como el individualista sargento X de entonces, los soldados digitales de ahora somos insociables, herméticos, narcisistas, etc. Y lo más importante, puse el cuento de Salinger porque el narrador se pone a escribir, al recibir una carta de Esmé, para entender lo que le pasa con lo que le pasa y para ofrecerlo al otro. Ese otro son dos en este caso: la propia Esmé y el lector, que escuchan las palabras del narrador en un mismo tiempo narrativo. Lo que los hace cómplices necesarios de esta aventura lecto-escritora. En fin, puse el cuento de Salinger porque estamos dentro de una realidad que le cuesta ocultar la guerra permanente que es vivir. Pero no deja de disimular, al unísono, una adoración por los niños y los animales, como única forma de esperanza. Por lo que, pensé, vale pena conversar sobre las industrias y andanzas del  soldado X, para así poder vernos a nosotros mismos como soldados digitales que se encuentran perdidos en esa vorágine que es la vida actual. 


Cada vez que los tertulianos abrieron la boca para hablar sobre  Esmé y el soldado X, se notó que deseaban ser entendidos en la marco de la comunicación no distorsionada por la otra cara del lenguaje, que es el autoengaño personal o la ideología social. Las famosas mochilas que llevamos a la espalda y que no somos capaces o no queremos dejar en nuestra casa el día que nos hemos comprometido asistir a la tertulia. Una comunicación que tiene una presupuestos de validez que toda persona que hace uso del lenguaje (sintaxis, campos semánticos, …) para la comunicación no distorsionada, que acaban en la situación ideal de diálogo: Comprensibilidad, Verdad! Rectitud moral! Veracidad, donde no hay intención de engañar al hablar.


Nada de esto es posible sin una participación común en una realidad compartida. Sin embargo, fue esa otra cara del autoengaño y la ideología social la que se acabó imponiendo, como casi siempre. Por expresarlo en términos existenciales, el ego de cada tertuliano se acabó imponiendo a su ser, que una vez más quedó ocultado y, por tanto, sumergido en el olvido, por las cuitas y pendencias del temperamento de aquel. No se enfrentaron, por nombrarlo así, a la medida y la intensidad que su temperamento acepta, o no, oír y ver lo que hacía y decía el soldado X. Y sobre lo que decía y hacía con amor y sordidez su amantísima Esmé. Y, menos aún, a lo que expresaban con autosuficiencia y auntocomplacencia los colegas lectores que nos acompañaban. Menos mal que la lectora MC nos contó la anécdota laboral mencionada al principio, lo que dio pie a enfocar la conversación en el sentido que he mencionado. 

jueves, 13 de febrero de 2025

LUISA CASTRO

 POEMA DE LA FORTALEZA (fragmento)


Aprecio las huellas del tiempo en tu rostro;

sin embargo

las arrugas no hicieron de ti

un hombre mejor.

 

Con los años fue adquiriendo

musculatura el instinto

de advertir la belleza que pasa a tu lado

y perfección el arte

de convertirte en espejo.

 

Y la belleza ama su igual.

LOS LUNES AL SOL

 BUSCAR EL SER

León de Aranoa no representa el demos sindicalista (democracia obrera) roto por la agresión del empresario naval, a saber, las asambleas y las manifestaciones. No. Más bien construye el limbo donde se quedan los trabajadores cuando ese demos sindicalista ya no se puede representar por falta de Fe en las fuerzas que aún les quedan a aquellos trabajadores. O sencillamente porque ya no hay fuerzas que oponer en el campo de batalla. La locución que da título a la película: los lunes al sol (tiempo) o el bar “el naval” (espacio), representan cabalmente las coordenadas espacio temporales de ese limbo en el que habitan Santa y sus colegas. 


Una de las asistentes a la tertulia dijo, que lo que le había gustado de este film era ver con sus propios ojos como sería su vida si no tuviera trabajo, ¿qué haría?, ¿con quién estaría?, ¿cómo se enfrentaría a esa situación? Luego dio un paso más y lanzó la siguiente pregunta a los demás tertulianos: ¿por qué estamos en la vida? Como suele suceder ante este tipo de audacias expresivas, las caras de los cobardes se llenaron de perplejidad, pero rápidamente mutaron al habitual supremacismo moral con sustrato de ignorancia oceánica del tipo: no empieces con tus ringorrangos existenciales. Yo pensé, entonces, que la cosa se iba quedar ahí como también era habitual, pero no fue así. La tertuliana existencialista tenía ganas de conversación y no dio su brazo a torcer. Dijo, aupándose levemente sobre la silla donde estaba sentada, estamos en la vida para descubrir nuestro ser. No otra cosa es lo que hacen los protagonistas de la película “Los lunes al sol”, remató la faena de su intervención. Una cosa seria compareció de repente entre los espectadores que estábamos sentados alrededor de la mesa. Algo que nos desconcertó y, sin previo aviso, nos emparentó con lo que le sucedía a los protagonistas de la peli. ¿Que les sucedía? Que han perdido su trabajo, eso es lo que dicen, eso es lo que vemos. ¿Pero que nos quieren contar con su ir y venir por las calles de la ciudad donde viven? ¿Con su entrar y salir en el bar El Naval, que uno de ellos ha levantado con la indemnización que le han dado? Si han perdido el trabajo, ¿que han perdido realmente?, comentó la tertuliana existencialista. ¿Que están buscando en verdad en ese ir y venir o en ese entrar y salir? ¿Que le devuelvan el trabajo perdido? ¿Que le den el trabajo que se merecen? Ya dije al principio que no era ese el enfoque que le había dado a la película su director, Fernando Leon de Aranoa. Dada su insistencia Santa y sus colegas -  a tenor de como combaten el pesimismo de sus razonamientos con el optimismo saltimbanqui de sus voluntades - parece que buscan algo que les falta y que no es el trabajo perdido del que, como del paraíso, han sido expulsados sin piedad para siempre. Una expulsión que afecta directamente a la manera que, hasta ese momento, ellos han respondido a la pregunta que nos ocupa desde hace unas líneas, repito, ¿por qué estamos en la vida? Santa y sus colegas, hasta el momento de su despido, lo han tenido claro: estamos en la vida para trabajar y ganar dinero. Jamás se les ha ocurrido pensar quienes son. O si, para ellos ser y estar, estar y ser, en la vida es lo mismo: trabajar y ganar dinero, ganar dinero y trabajar. Y, por supuesto, gastarse el dinero ganado, cerrando así el círculo de lo que ellos consideran vivir bien. Pero ahora que todo eso ha acabado y siguen vivos para contarlo, con Santa y José a la cabeza de ese frente narrativo, ¿cómo lo hacen para que al final de la peli sigan siendo seres inteligentes y dignos?


Este fue el momento de gloria de la pregunta y respuesta de la tertuliana existencialista. Repito. ¿Por qué estamos en la vida? Para buscar nuestro ser, que ha permanecido oculto y olvidado detrás del velo del estar trabajando y ganando dinero, y todas las derivadas sociales y psíquicas que de ese mandato original se desprenden. Mandato original, no olvidemos, que tiene raigambre bíblica: ganarás el pan con el sudor de tu frente. De ahí, continuó la tertuliana existencialista, que sea la última escena de la película, en la que Santa y José subidos al ferry que han secuestrando y atracado en el medio de la bahía, a la vista de todos lo viajeros que están esperando desconcertados en la orilla, se preguntan hoy qué día es: lunes contestan. Y a continuación, con un abandono que ya es definitivo de ese estar trabajando para ganar dinero y vivir bien, se disponen a gozar de su ser descubierto en ese mismo instante ante los espectadores en la pantalla y ante los viajeros incrédulos en la orilla del muelle donde siguen esperando a ver qué pasa. Esperando, claro está, para ir a cumplir sus quehaceres cotidianos.