miércoles, 10 de agosto de 2022

LOS JÓVENES SALVAJES

 Según el ideal de representación renacentista que se definió en el siglo XV, y que de muchas maneras todavía perdura en lo sustancial en nuestro imaginario actual a la hora de mirar un cuadro, o una peli, o a la hora de mirar en general la vida propia y la ajena, a pesar de todas las “vanguardias” que desde entonces han sido, “no debería haber ninguna diferencia visual entre mirar un cuadro y mirar por la ventana que muestra lo mismo que esa pintura. Así un retrato conseguido debe ser indiscernible del sujeto del retrato que nos observa a través de una ventana.” Al decir de sus diferentes manifiestos, y de una forma resumida, los vanguardistas que desde el renacimiento han sido no han pretendido otra cosa que pintar o filmar o escribir contra las formas de la apariencia que, según ellos, representaba aquel ideal renacentista. Por decirlo rápido, los vanguardistas han buscado sacar a la luz el carácter (alma o intimidad), individual y colectivo, que ocultaban aquellas apariencias visuales. Otra cosa es que, según como lo hayan intentado, lo hayan conseguido siempre. 

La película “Los jóvenes salvajes”, de John Frankenheimer es, a mi entender, uno de esos casos vanguardistas en que la lucha contra las apariencias visuales renacentistas ha conseguido mostrar, con una nueva claridad a los espectadores, el carácter tanto individual como social-institucional del trozo de realidad que representa. Desde la primera escena que abre la película - en la que los tres jóvenes salvajes irrumpen como tres fuerzas de la naturaleza (este carácter impregna, con mayor o menor intensidad la conducta de los demás personajes) en dirección de su destino aniquilador - hasta la última escena que la cierra - donde el ayudante del fiscal del distrito se ha convertido en abogado defensor de uno de los acusados, delante de los representantes del Estado a quien representa y de la sociedad civil a quien debería condenar, con la ley vigente en la mano, a través de los jóvenes salvajes - toda la estructura narrativa está al servicio de mostrar lo que oculta el velo de la visión tradicional renacentista. Y lo hace como debe ser, dado el argumento y los protagonistas de la peli. Rasgando con violencia el velo ocultador con efecto de muerte y sangre, aunque poniendo el necesario equilibrio entre las fuerzas que comparecen en ese acto desgarrador, para que al espectador le dé tiempo a reflexionar ya sin velos ocultadores, una vez que se haya rehecho del efecto sorpresa de semejante puesta en escena. “Los jóvenes salvajes” no es un peli moralista, en el sentido de que el espectador se vea forzado a salvar algo o a alguien. Más bien es una peli que obliga al espectador a enfrentarse con las fuerzas de la vida, que ya había olvidado que existiesen.