Escribe Richard Ford en su libro “Flores en las grietas”: “Nos agrada experimentar lo inverosímil convertido en verosímil como ficción; ¿de que otra manera se puede explicar la presidencia norteamericana?” (Richard Ford)
Igualmente, pregunto yo, ¿nos desagrada experimentar lo que llamamos real convertido en inverosímil como noticia? ¿De que otra manera se puede explicar la conducta de las escorpiones ante Mussolini? ¿Y de nosotros ante Putin?
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El daño general e individual que produjo la llegada de Benito Mussolini al poder es controlado por Zeffirelli ante nuestra inteligencia de espectadores actuales, ajenos a esas tropelías, e ingeniosamente conducido por un inesperado contexto ficticio, lo que nos invita a ver ese trozo de la vida dentro de los muros que impone el nuevo sátrapa y, conviene no olvidarlo, antiguo militante socialista. Pues el director italiano tiene en cuenta, y esto si es importante para el espectador actual, que el efecto general de la ficción debe ser el efecto de la vida sobre la humanidad. No hace falta insistir en que la dictadura del sátrapa Mussolini forma parte de ese trozo de vida que la película representa. Al igual que las peripecias de Luca, Elsa y las de las escorpiones británicas, que no aceptan el nuevo orden de los camisas negras del Duce, si ello supone romper el irreductible apego que sus almas inglesas tienen con la tradición cultural y artística de Florencia y la Toscana. Vemos así convertidos todos los protagonistas de la película, debido a la autoridad narrativa del director italiano, en sujetos de nuestro interés como elementos formales y morales constitutivos del relato.
Sin embargo, he de reconocer que cuando la inteligencia vive nadando dentro del bienestar, digámoslo así, como si fuera una barriga única llena de placenta, resulta mas difícil mantenerse a flote delante de una película como la de Franco Zeffirelli, que representa una época en la que el bienestar, concebido de esta forma prenatal como la actual, era algo inimaginable entre sus protagonistas. Lo que mi cuerpo deseó la primera vez que vi la peli, acomodado por este tipo de bienestar, fue que Zeffirelli se lanzase a tumba abierta a representar un canto exaltado en favor de la militancia política antifascista, y tal y tal. Aunque en el segundo visionado agradecí que fuera la discreción del dinero de Elsa la que ordenase y diera sentido al destino de Luca, narrador o punto de vista de la historia que había visto.
Desde este rincón de la placenta no quiero dejar de recordar que, en la primera mitad del siglo XX, las guerras, las dictaduras y las pandemias formaban parte de un horizonte incondicional de inteligibilidad, que aparecía de forma natural delante de la humanidad en la marcha hacia su destino.