lunes, 21 de marzo de 2022

EUROPA: CONDICIÓN EXISTENCIAL

 https://youtube.com/watch?v=wmQk6KApWhY&feature=share

La proximidad y similitud del contexto donde ha estallado la guerra de Ucrania resulta paradójico, en el sentido de poder descubrir la fuerza motriz a que cada cual, de quienes no nos afectan directamente las bombas, lo empuja, que es la que construye o destruye su carácter. La guerra facilita ese trabajo de investigación introspectiva tanto como lo dificulta. Pero también, sin ninguna duda, nos da la oportunidad de elevarnos sobre las circunstancias y colocar nuestro pensamiento, nuestra reflexión y la deliberación de nuestras ideas con las de los otros y entre los otros, en el lugar que le corresponde: más allá de la actualidad pero desde la actualidad.

Es lo que hace, a mi entender, la voz del conferenciante, José Luis Villacañas, en el vídeo que les adjunto. Sus palabras no ponen el foco en la actual guerra de Ucrania, sino en algo anterior y permanente, es decir, en lo que significa la Amenaza de la guerra para un estilo de hacer política, la Unión Europea como condición existencial, que nació hace ya más de setenta años con la firme voluntad de sus fundadores de recuperar el ideal kantiano de la paz perpetua, de tal manera que entre los representantes políticos y los ciudadanos de esa nueva realidad política fuera imposible imaginar la guerra. El otro texto que inspira las palabras de Villacañas es, como no, “el desierto de los tártaros” de Dino Buzzati, cuyo síndrome, piensa el filósofo político, es hoy el que padecemos los ciudadanos y políticos de Unión Europea ante la invasión rusa de Ucrania. 


La conferencia, de poco más de una hora de duración, es interesante porque repasa los distintos avatares que han propiciado que aquella fundación ilusionante y kantiana de la Europa de 1950, recién salida de los colosales desastres de la Segunda Guerra Mundial, haya acabado bajo la influencia del síndrome del desierto de los tártaros mencionado, bajo el cual hoy “creemos” que nos podemos enfrentar a ese nuevo dragón llamado Putin.