EN ESTÁ HORA DEL MUNDO
“Sí, lo sé. Hay oscuridad.
No la producimos.
Nadie la confiesa.
Pero algo, pero alguien, pero alguno,
yo no sé si quién,
mana oscuridad,
oscurísima oscuridad”.
EN ESTÁ HORA DEL MUNDO
“Sí, lo sé. Hay oscuridad.
No la producimos.
Nadie la confiesa.
Pero algo, pero alguien, pero alguno,
yo no sé si quién,
mana oscuridad,
oscurísima oscuridad”.
Cuando un sistema cerrado de creencias se impone a las maneras abiertas de adquirir el conocimiento, el insufrible resultado es la infantilización atroz de la sociedad y sus instituciones derivadas. O dicho de otra manera, tener siempre la ideología o la creencia o los prejuicios o los complejos etc. a mano y en perfecto estado de revista, para evitar, una vez más, el atreverse a pensar por uno mismo ante los otros. Que fatiga. Las opiniones lectoras deben debatirse no desacreditarse, simplemente, mediante un ajuste con las propias creencias, ideologías, etc. Estamos pues ante la jerga de parvulario de los profesionales del poder, escúchelos, que se ha convertido ya en la única forma de hablar de los lectores adultos. Todo eso, al fin y al cabo, acaba permeando las palabras conversaciones de los clubs de lectores adultos, hoy ya indistinguibles de los infantiles en las escuelas e institutos.
La batalla cultural en torno a esos dos grandes duelistas de la lectura es ideológica y es metodológica, y se refiere a como y con quien deben medirse, por decirlo así, las intervenciones en los clubs de lectura de adultos. Que cada cual diga lo que quiera o que sea el narrador el denominador común que une su diversidad lectora.
LA NOCHE LE RECUERDA
La noche le recuerda que la duda trepa las paredes
hasta ocupar la casa
La noche le recuerda que el negro es el color
del más horrible caos
Él elige cerrarse en una oscuridad peor
Inestable por el peso de las imágenes
Incontables, perversas
Prefiere arrancar la fuente
y frenar su curso
En alguna de las razones que postula el nuevo sindicalismo digital, se encuentra la explicación de que abandonara su carrera docente y se entregara a la defensa de los trabajadores del gremio educativo. De enseñar al que no sabe pasó a hacer justicia con los que menos tienen. La llamada de los pobres, como ella dice, le vino después de leer el libro de David Bodanis, “el secreto de la casa”. Dice Bodanis que basta un simple movimiento, como es dejar el periódico sobre la mesa, para aniquilar millones de microorganismos que por allí pululan. Pues así sucede en la realidad visible, aunque no nos demos cuenta. Perteneciente a una familia burguesa y católica de la provincia de Soria, desde muy joven tuvo dos amores que siempre fueron su fuente de inspiración. Por un lado, como no, Antonio Machado el honrado, como ella lo llama, por otro Ernesto Guevara el Che valiente, como amplió a su manera el apodo del famoso guerrillero. Antes de dejar el instituto y entrar en el sindicato de enseñantes visitó al subcomandante Marcos en la sierra de Lacandona, para comprobar el impacto creado por las figuraciones de los nuevos medios de comunicación en la percepción de la revolución de siempre. Ahora hace un mes que se ha jubilado, echando de menos sus años docentes. Eso dice. Tiene un caniche al que saca tres veces al día a dar un vuelta por el pueblo. También le lleva al peluquero dos veces al mes para desenredarle y cortarle la pelambrera que le crece de forma rápida y abundante.
mi cuerpo es una iglesia caótica
llena de culpa y vinoMás que un evento - uno más dentro de la actualidad llena de palabras instruméntales -, un club de lectores adultos es un encuentro de sentimientos, que tiene lugar mediante el uso de las palabras sensibles más allá de la actualidad evento.
Resulta urgente impulsar los club de lectores adultos para responder a una de las exigencias del futuro, la de expresar verdades simultáneas, incluidas las fricciones habidas en el proceso deliberativo de aquellos. Combatiendo así esa farsa instituida por el Inquisidor del populismo lector, a saber, un club de lectores adultos es un evento para que cada lector diga con urgencia lo que le pete, como si el Inquisidor estuviese a punto de interrumpir la reunión dispuesto a meter en la hoguera a los blasfemos.
Ante esa amenaza del Inquisidor, con la que el populismo lector no deja de contaminar las bibliotecas y las librerías, se presenta una buena ocasión para convertir al club de lectores adultos en un juego ritual de adquisición del self, juego que responde a una necesidad muy inglesa de hallarse en el centro del conflicto de los lectores adultos, que no es otro que su incapacidad de expresar lo que sienten al leer, para así resolverlo. Siendo el coordinador de ese club de lectores adultos contra el Inquisidor, el primero que se cuestiona esa incapacidad expresiva. El coordinador es el lector adulto que más sabe, que no sabe nada, el primero que se expone ante los otros lectores adultos que están aprendiendo a expresar lo que siente al leer. El saber del No Saber. Con la intención de aplicar luego estas enseñanzas al hablar cotidiano en las conversaciones habituales de la vida.
Cobarde
El secreto es
que nunca morís
pero
tampoco seguís viviendo.
Te conformas, en cambio,
con el espectro más pequeño de fracaso y recompensa
Lo que sea que duela menos.
Y créeme:
No estoy culpando a nadie.
Todo apunta a que al final correrá la sangre, aunque también he de decir que no será tanta como para que pueda llegar al río. Alcanzar la eternidad, ya sea en el cielo como en la tierra, no merece que aparezcan los cuchillos. Verán, el compañero que se ha incorporado recientemente a la oficina es católico practicante y suele acumular los quince minutos del bocadillo para ir los viernes a la misa de 12, que celebran en la iglesia que hay al lado de donde trabajamos. El compañero más antiguo del departamento es comunista de toda la vida y un ateo recalcitrante donde los haya, y no ve con buenos ojos esa praxis de su compañero pues la interpreta como una concesión al Vaticano. Yo, que soy delegado sindical electo, le digo al comunista que lo que hace nuestro compañero creyente es perfectamente legal según el convenio actual vigente; luego le añado que llevar siempre un pegatina en la pechera en contra del capitalismo es, según su propia teoría, una concesión al bolchevismo de Moscú. Yo pienso que los dos tienen el mismo anhelo: huir de la finitud y precariedad de su vida laboral, y por extensión de su vida en general. Lo que ocurre es que la eternidad no es algo que encaje, y mire que lo hemos intentado, en alguna de las razones que postula el nuevo sindicalismo digital.
LOS DÍAS HETERÓNOMOS (fragmento)
Pasan en procesión
los días heterónomos
y los recuerdos no funcionan,
se nos disuelven
como episodios
de los que sólo quedan titulares,
los detalles se pierden,
y se borran los gestos,
persisten sólo sensaciones generales,
grandes palabras como cuevas húmedas
en las que hubo mucha vida
de la que sólo quedan pintarrajos
en la pared.
LA CREATIVIDAD EN UN CLUB DE LECTORES ADULTOS SURGE DE UNA COMBINACION CABAL DE LA ACEPTACION DE UN DOBLETE, EN FORMA DE AUTORIDAD Y OBEDIENCIA, POR PARTE DE CADA LECTOR ASISTENTE:
1 LA DEL NARRADOR DEL LIBRO QUE CONVOCA
2 LA DEL COORDINADOR DEL CLUB QUE LO HA PROPUESTO
ANTE ESTA DOBLE AUTORIDAD Y OBEDIENCIA APARECE, A SU VEZ:
1 UN PROBLEMA DE COMUNICACIÓN (tu y yo )
2 UN CONFLICTO DE PODER IDENTITARIO (tu o yo)
Y EN MEDIO DE ESTOS DILEMAS, ASOMANDO Y ESCONDIENDO LA NARIZ A SU ANTOJO TRAS LAS ALMENAS DE SU FORTALEZA, SE ENCUENTRA SIEMPRE
LA RAZÓN PEQUEÑA DE LOS LECTORES COBARDES
El secreto es
que nunca mueres
pero
tampoco sigues viviendo.
Te conformas, en cambio,
con el espectro más pequeño de fracaso y recompensa
Lo que sea que duela menos.
DONDE EL AMOR EMPIEZA
AHÍ donde dicen todos
los estudios científicos que
acaba el amor,
tres años y dos meses más tarde.
Ahí donde los artículos
de periódico lo dan por concluido,
donde terminan las pelis
donde se deja la gente.
Ahí donde según diversas
universidades de prestigio mundial
el amor no tiene ya cabida.
Ahí
exactamente ahí
es donde el amor empieza.
Que hace una novicia como tú saliendo del convento - donde vives desde que te metieron allí cuando eras una niña pequeña - dentro de las coordenadas del momento histórico que lo haces (antes de hacer los votos, para conocer a una tía con pasado turbio, y cuando hay un gobierno autoritario polaco, etc) y al hacerlo así te presentas a un espectador mundano y sabelotodo como yo en el momento histórico en que vive (relativismo moral, más grandes dosis de censura y autocensura en el ambiente, es decir, el conflicto como lenguaje de las relaciones humanas). Fíjate en la que te has metido. O mejor, cabría decir, en qué lío me has metido si decido seguir tu peripecia en compañía de tu bohemia tía y todo lo demás que la envuelve, y me envuelve.
Verás, como dice algún que otro espectador de la tertulia que te ha visto como yo, es que resulta muy difícil identificarse con tu aventura extraconventual si siempre vas vestida de uniforme de novicia de los pies a la cabeza. Lo que pasa, ahora que lo pienso le digo a mi colega tertuliano, es que todos los personajes que aparecen en todas las películas van vestidos de uniforme, al igual que los espectadores que las miramos. Tampoco me cuesta mucho intuir que esos espectadores, que no se identifican con Ida por ir disfrazada de novicia, no asistieron a la película que dirige Paweł Pawlikowski disfrazados de cabaretera o algo así. Tampoco los espectadores de estos pagos vivimos en la Polonia soviética, ni tenemos una tía judía que se ha dedicado a juzgar y condenar a los disidentes del régimen totalitario de aquellos lares. Aunque lo de la tía es más común que pueda ser compartido - quien no tiene por ahí oculto un familiar que perteneció a los represores franquistas o a las checas comunistas -, lo que supongo cuesta aceptar a esos espectadores es lo del uniforme de novicia. Si se lo hubiese quitado al salir del convento, vistiéndose como manda el canon civil de una sociedad totalitaria, la cosa habría cambiado a la hora de mirar la peli. Pero Ida sale del convento, no lo olvidemos, para llevar a cabo una misión laica, no evangelizadora, que no es otra que conocer al único pariente que le queda, su tía Wanda hermana de su madre, antes de coger los votos de monja, es decir, antes de ser verdaderamente una religiosa. Y es que con la religión hemos topado. Por más que los filósofos y los antropólogos digan que lo que pensamos y hacemos los laicos y ateos de todo pelaje y condición no es otra cosa que imitar como bellacos el paradigma milenario de la Iglesia católica apostólica y romana. Me refiero al Vaticano para entendernos, claro está. Que la promesa de la vida eterna sea antes o después de la muerte, según mires al cielo o al bolsillo es una minucia no tiene la menor importancia. Pues dentro de cien años, ya sabe, todos calvos.
A mi me pasó lo mismo que a esos espectadores de la tertulia que he mencionado, hasta que apareció el saxofonista en la vida de Ida. Mejor dicho la música del saxofonista. “Me gusta mucho”, es lo primero que dice Ida cuando le pregunta el saxofonista. Anteriormente hemos visto como sus ojos se iban llenando de esa infinito placer para ella desconocido, superando la barrera del uniforme de novicia. Epifanía, asombro, milagro. La música que este hombre consiguió sacarle al instrumento nos puso en contacto y en comunicación a las tres almas. La de Ida con su uniforme, la del saxofonista con el suyo y la mía bajo unos pantalones y una camisa de entre tiempo. Entonces todo cambió en mi vida como espectador de esta película. Todo empezó a encajar de manera inesperada, epifánica me atrevería a decir. Más tarde, lo que le ofrece el novio saxofonista a Ida es tener una vida ocupada y uniformada, no una vida plena, la cual ya la tiene en el convento. Es por ello que no acepta la propuesta del saxofonista, coge la maleta y se vuelve al convento. Al decírselo a Ida el saxofonista se lo dice también al espectador que está a su lado. Es entonces cuánto que tengo que dirimir entre mi vida ocupada y mi vida plena, si acaso la tengo. Entre el tópico tan usado: “no me da la vida”, ocupando el calendario sin contención ni límite y la vida plena a que me lleva a la reflexión y la meditación. En fin, lo que da de sí el cuerpo mientras tengo vacía el alma. Sea como fuere, a Ida en el convento y a mi de vuelta a casa, siempre nos quedará la musica del saxofonista.