jueves, 28 de enero de 2021

FINITUD Y NOVEDAD

 Somos seres de nacimiento y para el renacimiento (metamorfosis) y no tanto para la muerte, como podría pensarse si aceptamos que somos seres finitos e inmortales. Así la novedad, antes que algo real, no deja de ser un acicate hormonal, digámoslo así, para soportar el hecho de no poder vivir sin ilusiones irrealizables por ser infinitas, o fuera de nuestro alcance. Es decir, para soportar que seguimos sin aceptar nuestra condición finita y mortal. La novedad es, al fin y al cabo, el cuento permanente de los reyes magos con que otros se dirigen a nuestra máscara infantil mediante la que nos hemos protegido ante nuestra infinitud inaceptada e inaceptable.

Somos iguales porque hemos descubierto que somos finitos, no revolucionarios ni eternos. ¿Como un ser finito consciente de su finitud puede tener el atributo de la novedad iliimitada? Si, y solo si, si esa novedad se ejerce sobre lo material nunca sobre lo espiritual, que no tiene tanta capacidad de novedad. La novedad ilimitada sobre lo material tiene un precio inequívoco e irreversible que ya estamos pagando, necesitaríamos un número infinito de planetas para poder llevarlo a cabo De ahí la necesidad de construir una comunidad política de de la finitud y la mortalidad, es decir, del nacer y el renacer, que regule y que establezca los límites de esa supuesta novedad permanente y vuelque sobre el alma el ansía de eternidad. Hay dimensiones de la experiencia humana que requieren la demora, y no se pueden imponer desde el voluntarismo individual contemporaneo. Ahora si entiendo la ausencia de papel, o protagonismo, de la Voluntad que Spinoza otorga a su Etica.