lunes, 10 de noviembre de 2025

D.H. LAWRENCE

 Los desarraigados 

Quienes se quejan de su soledad deben haber perdido algo,
perdido alguna conexión viviente con el cosmos, fuera de ellos,
perdido su fluir vital,
como planta a la que han cortado las raíces.
Y están llorando como plantas a las que han cortado la raíz.
Pero la presencia de otras personas no les dará una nueva conexión con las raíces.
Solo les hará olvidar.
Deberían lenta y laboriosamente, en soledad, echar nuevas raíces
en lo desconocido, y arraigarse.

CIUDADANO BERLINÉS 7

 Desde el aeropuerto de Tampelhof volvimos al centro de Berlín dando pedales, como habíamos ido. Pedalear por Berlin siempre es un sencillo placer que no se deja abrazar por el tedio de la rutina del hecho mecánico del pedaleo, muy al contrario, renueva el espíritu y las percepciones de quien va subido en la bici. De camino nos topamos con una antigua fábrica de cervezas, convertida hoy en un centro poli cultural, como no puede ser menos en esta época posmoderna. Todo es cada parte, como si cada parte fuera solo ella el uno. Esta fábrica de cerveza del s. XIX es en la actualidad uno de los lugares de actuación más versátiles de Berlín. El monumento industrial contiene seis patios interiores comunicados entre sí y más de 20 edificios que se utilizan por los creativos para una amplia oferta cultural: desde fiestas hasta teatro, pasando por cine o gastronomía. La Kulturbrauerei, así se llama este espacio, está situada en el distrito de Prenzlauer Berg. Cuando visito estos espacios, que se han generalizado en las grandes ciudades al mismo ritmo que el turismo de masas iba conquistando sus centros históricos y aledaños, no sé si están a servicio del ideal ilustrado, el más acabado eslabón del original Sapere aude, o son ya los primeros testimonios, rudimentarios muy a pesar de su estampa de diseño sempiterno, de la nueva época que yo denomino el fantocheo cultural: busque los antónimos de miedo, ignorancia, pereza y cobardía, y tendrá los rasgos cabales de la nueva máscara de quienes deambulan sin parar por estos patios y pasillos. 

Al salir de la antigua fábrica de cerveza - todo bien aquí se está muy bien, no se imagine lo contrario por lo me ha oído decir - volvimos a subirnos a nuestras bicis y nos dirigimos a hacer una visita a Anna Frank, en el barrio judío del distrito antes mencionado. Ya la habíamos visitado en Amsterdam, donde nació toda su leyenda, que ha acabado extendiéndose por el planeta. El centro de Anna Frank está situado en uno de los callejones que forman el barrio judío de Berlín. Después de haber visto el de Amsterdam, bien puede verse como una sucursal de aquel. Entendida sucursal como una réplica de los ya visto. Dicho de otra manera, es como si el que fuera el barrio judío de cualquier ciudad, dentro del reordenamiento cultural al que todas las ciudades se sienten llamadas en la actualidad, se vieran ante el deber moral de recordar a la adolescente que viene asombrando al mundo desde que publicaron las palabras que dan forma a su conocido diario. En esta ocasión me llamó la atención la colección de fotografías repartidas por las diferentes salas del centro, y en las que aparece Ana Frank, sino en todas en la mayoría, posando al lado de sus familiares. Ello me permitió ver con más detalle la niña que no dejo de ser Anna Frank hasta que murió de tifus en el campo de concentración de Bergen Belsen. Su encumbramiento como narradora diarista, la más joven de las conocidas hasta ese momento, y vinculada a los hechos más traumáticos de la historia de la humanidad, distorsionan el aspecto humano de la protagonista. Sin embargo, al verla en las fotos junto su familia,  antes de que esa distorsión de lo humano alcanzara en nuestras forma de percibir a todos sus herederos, Anna Frank era una niña de trece años como cualquier niña de trece años. Percibir esto en el centro del barrio judío berlinés me pareció, aunque parezca mentira, todo un descubrimiento y un autoconocimiento al mismo tiempo. Pensé mirando las fotos que Anna había sido una niña feliz en compañía de su familia (Margot Betti Frank fue la hija mayor de Otto y Edith Frank y hermana mayor de Ana Frank), de esa manera que solo los niños saben ser felices, ajenos a la barbarie que iba creciendo a su alrededor. Para entendernos, de esa manera que nos muestran las noticias a los niños, subidos a un tanque carbonizado o jugando entre los escombros de la ciudad donde viven después de los últimos bombardeos del enemigo. O también cuando la orden de deportación de Margot emitida por la Gestapo, apresuró a la familia Frank a esconderse en Amsterdam. Según el diario de su hermana menor, Ana.


Cuando la luz empezó a desvanecerse sobre la ciudad y un resplandor rosado se mezcló con los ricos colores de los edificios reflejados en el agua del río Spree, que estaba teñida con tonos rojos y rosa, dejamos las bicis en el patio del apartamento y nos fuimos tomar una cerveza en el bar de la esquina. Fue una imagen que acentuó ese sentimiento de vecino del barrio y ciudadano de Berlín, que me había propuesto descubrir en este nuevo viaje a la capital alemana. 


viernes, 7 de noviembre de 2025

EMILY DICKINSON

 SI VINIERAS EN OTOÑO


Si tú vinieras en Otoño,

Yo barrería el Verano

Con mitad sonrisa, y mitad desdén,

Como las Amas de Casa, con una Mosca.

Un año entero no es mucho tiempo para devanar la espera:


Si pudiera verte dentro de un año,

Devanaría los meses en ovillos –

Y los pondría en Cajones separados,

Por temor a confundir los números –


Si solo Siglos, te retrasaras,

Los contaría con mi Mano,

Restando, hasta que mis manos cayeran

En la Tierra de Van Dieman.


Si estuviera segura, de cuándo terminará esta vida –

Que tuya y mía, debería ser –

La arrojaría lejos, como una Cáscara,

Y cogería la Eternidad –


Pero, ahora, incierta la duración,

De esta, que está en medio,

Ella me aguijonea, como la Abeja Duende –

Que no declarará – su picadura.

ADIÓS, HERMANO MÍO

 Dejó escrito Einstein que hay dos cosas que se expanden sin parar: el universo y la estupidez humana: “Solo en el primer es caso tengo mis dudas.”, remató la cita.

La estupidez humana es una de las formas de la inteligencia de la especie humana. De ese aspecto de la inteligencia que no se quiere reconocer como humana, sino como divina, apropiándose de los atributos de los dioses con absoluta determinación. Es decir, sustituyendo el miedo humano por la intrepidez absoluta de los dioses frente al mundo, la ignorancia humana por la omnisciencia absoluta divina, la pereza humana por la diligencia absoluta divina y la cobardía humana por el valor y coraje absolutos de los dioses. Por eso la mayoría de los que se creen unos genios son entupidos, lo que ocurre es que si son verdaderamente unos genios el resto de los mortales les perdonamos la estupidez no viéndola. Claro está, no es el caso del narrador de nuestro cuento: ADIÓS, HERMANO MÍO, de John Cheever.


Lo que hace nuestro narrador es mover el cóctel anterior de atributos divinos con elaboradas dosis de apariencia y autoengaño, y voilá, ante el lector atento se empieza a dibujar la estupidez que envuelve a este buen hombre, que nos habla del mar con la  convicción divina de que es una creación suya (véase la escena final como mejor ejemplo de ello), negándose a ver lo que humanamente es: la tumba de su padre. Cheever es un gran observador de estas conductas humanas dentro de la sociedad del bienestar, que es donde ahora más prolifera la estupidez. No es difícil intuir la complicidad y continuidad entre Sennet y Cheever, cada uno en su campo imaginativo, respecto a la investigación de esa deriva de la corrosión del carácter del ser humano que acaba en su propia estupidez. Volviendo al cuento, Cheever nos muestra una de esas formas divinas de la inteligencia y la contrapone frente la inteligencia humana del lector, creando así las condiciones de posibilidad de lo que el lector puede hacer con lo que pasa en ese cara a cara. Fijémonos que el único que no tiene nombre en el cuento es el narrador (ademas del padre y de la madre). Luego podemos deducir que cualquier padre y cualquiera madre pueden engendrar en el universo familiar, que han creado con las mejores de sus intenciones, un estúpido. Yo mismo que estoy escuchando al narrador de este cuento, si me dejo llevar por sus palabras campanudas y altisonantes.

martes, 4 de noviembre de 2025

MARÍA FERNÁNDEZ

 CASABLANCA (fragmento)

Me imagino a Ilsa furiosa con Rick,
triste, confundida, decepcionada,
sobrevolando a oscuras el Atlántico.
El muy cobarde decidió por ella
y, engañada, la subió en un avión
con Víctor, miembro de la Resistencia,
para desvanecerse entre la niebla
con la única promesa de recordar París.
Te pareció el acto de amor más grande
y yo te rebatí: si la quisiera,
habría acatado su decisión
de quedarse y, terminada la guerra,
la habría hecho feliz en Casablanca
bajo todas las lunas de Marruecos.

Pero comprendo a Rick en ocasiones.
Supo que alguna vez discutirían,
temió que acabara por añorar
a su esposo, por evocar su vida
de haber aceptado su pasaporte,
por verse prisionera y arrepentida
junto al piano y no pudo soportar
ser la razón de verla desgraciada.

CIUDADANO BERLINÉS 6

 Para ir al aeropuerto de Tempelhof de Berlín alquilamos una bici, que sería también nuestro medio de transporte en el viaje que haríamos días después por la Alemania Luterana. Tempelhof tiene una doble significado para el transporte de la época alemana de entreguerras y de la época dominada por el régimen del nacional socialismo. Por un lado para la aviación civil: de allí salió la compañía aérea alemána Lutfansa; y de Tempelhof también salió la razón de ser de la Luftwaffe, la empresa militar nazi que le permitió controlar en los inicios de la Segunda Guerra Mundial los cielos europeos, hasta que los aliados, norteamericanos incluidos, dijeron basta y le dieron la vuelta a la tortilla en estos asuntos tan vitales en la guerra contemporánea de volar y bombardear a mansalva.

La historia de este primitivo campo de aviación - así se conocía la nueva infraestructura que iba apareciendo en las afueras de las grandes ciudades. Era, como no, un campo enorme en el que antes habían pastado las vacas, donde aterrizaban unos trastos con hélices que se llamaban aviones, que no pastaban sino que se elevaban como los pájaros. Más o menos así lo cuentan las crónicas locales de la época, en las que señalaban que las vacas de la época no daban crédito a lo que veían sus ojos bovinos mientras se realizaron las obras de la nueva infraestructura - se remonta a 1909, cuando el francés Armand Zipfel realizó la primera demostración de vuelo en Tempelhof seguido más tarde por el estadounidense Orville Wright. El 6 de enero de 1923, Tempelhof fue declarado oficialmente aeropuerto y el 6 de enero de 1926 se fundó en Tempelhof la aerolínea Deutsche Luft Hansa AG precursora de la compañía Lufthansa. En 1934, como parte del plan de Albert Speer para la reconstrucción de Berlín durante el periodo nazi, el Ministerio de Aviación del Reich bajo el mando de Hermann Goring, encargó al arquitecto Ernst  Sagebiel la edificación de una nueva terminal de pasajeros, que substituyese a la primitiva, de 1927. Las obras se iniciaron en 1936 y finalizaron en 1941. El complejo de salas del aeropuerto y los edificios adyacentes forma una estructura monumental de un cuarto de circunferencia de más de un kilómetro de longitud. Hasta la construcción del Pentágono, la terminal de Tempelhof fue el mayor edificio del mundo. Norman Foster lo describió como "la madre de todos los aeropuertos".

Allí llegaron un día caluroso de julio de 1945 Harry Truman y Winston Churchill - presidente de EE UU aquel  y primer ministro de su majestad del Reino Unido el del puro - para inspeccionar en la ciudad de Berlín los efectos de su política de destrucción masiva. El del bigote gordo, de apodo Koba y georgiano de nacimiento por más señas, dicen que llegó a Berlín en coche, para reunirse con sus colegas vencedores y repartirse las ruinas del pastel berlinés, en la reunión que habían organizado para tales propósitos en la ciudad de Postdam, cercana a la destruida capital del destruido Tercer Reich. El que Koba no coincidiera con sus colegas en Tempelhof hace suponer que se debiera a que sus colegas ya eran sus enemigos. Había que hacer el paripé de firmar La Paz que habían traído los vencedores, aunque en verdad lo que luego los herederos recibimos en herencia fue una nueva guerra, la guerra fría. El que primero se dio cuenta de esto fue Winston Churchill, el pispas, que desde las islas británicas veía todo lo que se echaba encima en el continente. Lo primero que vio fueron las intenciones de Koba en el frente del este. Como su colega, el cabo furriel del bigotito, quería apoderarse del continente, por lo menos hasta la cuenca del Rin. No en balde acordaron el pacto de no agresión pocos días antes de empezar la Segunda Guerra Mundial. Por eso el del puro dijo, cuando el del bigote chiquito quedó atascado en el fango del invierno ruso, que el enemigo a partir de ese momento era el del bigote gordo. Dicho y profetizado. A lo que vino después del tratado de Postdam a tres, el del puro le puso un nombre y registró el copywriter: el telón de acero. Es todo esa tierra que queda al este de Europa, bajo la firme tutela de la bota de acero de Koba. Chimpun. Winston hubiera preferido a Delano Roosewelt. Espera a Truman a pie de la escalerilla del avión donde llega Truman a Tempelhof. Nada más aparecer por la puerta le parece un trilero del medio oeste que lo mismo trafica con whisky que con la energía atómica, como así fue. Estuvo encantado de anunciar a sus colegas y al mundo que tenía preparado un par de pepinos para doblegar a los japoneses y acabar de una vez por todas con esa maldita guerra. Koba es Koba, no pareció inmutarse. Él inventó  el cálculo súper decimal. Para Koba un muerto es una tragedia humana, pero tres millones de muertos es una estadística. Y en este plan. Ahora que lo tenía delante de sus narices, el del puro se dio cuenta lo corto que se había quedado en sus apreciaciones respecto a Truman. Lo que más desconfianza le produce a Churchill en la corta distancia es su sonrisa. Le parece la de un vendedor de ovejas de Oklahoma. Antes de ira a Postdam para encontrarse con Koba, Churchill quiso visitar lo que quedara del búnker donde había vivido el cabo furriel del bigotito pequeño. Truman decide ir hasta la puerta de Brandeburgo para pasar por debajo de sus arcadas, como hizo Napoleón en 1806. Ya se ve que El Corso tiene predicamento todavía en la otra orilla del Atlántico.


viernes, 31 de octubre de 2025

ARCIPRESTE DE HITA

 LIBRO DEL BUEN AMOR (fragmento)


Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-“Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?”

Contesté yo a sus preguntas:
-“Me voy para Sotos Albos”
Dijo: -“¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.”

Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -“¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.”