Es el día que podemos pensar más allá de la actualidad - para poder llegar a ser alguien - que determinan los días laborables, que no son días cualquiera porque no son nuestros. Son de otros, son del trajín de la actualidad al servicio de los otros. Son los días en que no somos nadie.
Cualquier vida humana es toda la vida humana. No hay vidas por encima de otras. Todas, incluso las peores, llegan a profundidades inesperadas. Así John Cheever en el cuento “Un día cualquiera” mira y mira, y deja que su mirada se eleve. Adquiera el aura perdida. Le interesa el destino humano, lo que nos arrastra, la voluntad de deseo, la precariedad insondable que constituye la mortalidad. Así un día cualquiera es todos los días.
No hay ningún ismo ni ista ni propaganda que module la forma del cuento y de su lectura. Solo los diferentes latidos de la vida encarnados en las acciones y decires de sus protagonistas, y de las relaciones que mantienen entre ellos. Sus acciones y sentimientos están todos en el mismo plano, las de los dueños (visita a “Emerson house” incluida) y las de los criados (el amor de Agnes por Carlota). A través de la voz del narrador. Hay en la prosa narrativa del cuento de Cheever algo que la hace depurativa, así los pasajes transmiten plasticidad al lector, su estilo se muestra siempre muy atento a los efectos de la luz, a las perspectivas, a los encuadres de las acciones de los personajes. Destacar, en fin, su excelente dominio del tiempo narrativo.
No es un cuento sociológico, ni psicológico, ni progresista, ni reaccionario, ni historicista, ni ecologista, ni animalista. Es un cuento sobre la vida antes que todas esas ideología se pusieran encima y le robaran sus latidos. Tote lege. Coge y lee, dice san Agustín, antes de que vengan los predicadores de cualquier especie a decirte cómo y cuando y donde tienes que leer. Sin darnos cuenta, la advertencia viene a cuento porque nuestros días cualquiera, uno a uno, los vivimos bajo la influencia del paradigma que hemos heredado.
No hay ideas reseñables en el cuento “un día cualquiera”, mas bien la firme intención por parte del narrador de que todas esas ideas, que gravitan más allá de la propia vida de los personajes, se mantengan a raya en sus cuarteles de invierno. Por eso a “Un día cualquiera” lo animan y mueven más bien las creencias de los personajes que están ahí, como si estuvieran diciendo con lo que hacen: estamos aquí porque es donde queremos seguir estando. Pero alerta, lo significativo en las palabras que se leen (presentar el mundo) en el cuento no es lo mismo que lo significativo en las palabras (que el hablante utiliza en la vida cotidiana (estar en el mundo). Lo que pasa es que “presentar el mundo” (un saber más allá de la actualidad) y “estar en el mundo” (un saber propio de la actualidad) en este cuento se solapan.