lunes, 24 de noviembre de 2025

FRANCISCO DE FIGUEROA

SONETO DE AMOR 

Perdido ando, Señora, entre la gente
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida;
sin vos porque de mí no sois servida;
sin mí, porque no estoy con vos presente;

sin ser, porque de vos estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin Dios, porque mi alma a Dios olvida
por contemplar en vos continuamente;

sin vida, porque ya que haya vivido,
cien mil veces mejor morirme fuera
que no un dolor tan grave y tan extraño.

¡Que preso yo por vos, por vos herido,
y muerto yo por vos de esta manera,
estéis tan descuidada de mi daño!


VIAJE POR TIERRAS LUTERANAS 1

 LEIPZIG

Quedamos con Conor, un compañero de estudios alemanes de mi mujer, en Leipzig, con la intención de cenar juntos la noche del domingo. El curso de alemán había acabado el viernes y era una forma de despedirnos. Conor es un irlandés de Galway que habla de forma aceptable el español, así que no fue difícil aceptar la cita por parte de todos. También es un irlandés que ha heredado de forma civilizada las inquinas de la época imperial británica, lo cual le hacía aparecer como un inglés exiliado en su insularidad. Visto así de exótico, la impresión que me dio al oír sus primeras palabras fue que su familia bien podía haber nacido en Burgos o Nápoles, aunque emigró a Galway mucho antes de que él naciera. Sin embargo, lo que me pareció más interesante de su lugar de nacimiento fue - y así se lo hice saber en algún de nuestras conversaciones, en la cafetería de la escuela durante los descansos de las clases - que Galway era también la ciudad natal del primer novio de Gretta Conroy personaje fundamental en el desenlace final del cuento de “Los muertos”, de James Joyce. Conor se dio por enterado pero no manifestó - ni a favor ni en contra, lo cual se lo agradecí - ningún comentario respecto a ese paisano de ficción que lo había traído a colación al poco de conocernos. Ni respecto al autor de cuento, Conor estaba hospedado en Berlin, en casa de un amigo, y pensaba quedarse una semana más para seguir estudiando el idioma de Lutero. 

Antes de la cita con Conor nos dimos una vuelta en bici por el centro de Leipzig y alrededores. Mientras escribo esta crónica, leo la noticia que al fin han validado la autoría de una pieza musical para órgano escrita por Bach en el tiempo que vivió en Leipzig. La pensaban estrenar, con todos los honores, esta semana misma, en la iglesia de Santo Tomas, donde el músico trabajó como Kantor y donde se encuentran sus restos mortales. Algo de aquella noticia  leímos, en forma de rumorología, en la visita que hicimos la iglesia aquel domingo de agosto del que estoy hablando. La iglesia de Santo Tomás es una iglesia luterana. Es conocida por ser el lugar donde Johann Sebastián Bach trabajó como Kantor y donde se encuentran sus restos mortales. De estilo gótico, en el lugar que hoy ocupa ha habido otras iglesias desde el siglo XII y diferentes remodelaciones a lo largo de la historia moderna. En ella predicó Martín Lutero el domingo de pentecostés de 1539.


Aunque la huella de Lutero en Leipzig tiene su mayor presencia e intensidad en el palacio de Pleissenburg, donde tuvo lugar en 1519 el Debate de Leipzig. El Debate fue una “disputatio teológica” ocurrida en junio y julio de 1519, entre Andreas Karlstadt, Martín Lutero, Felipe Melanchthon y Johann Eck. Eck, un defensor de la doctrina católica y fraile dominico muy respetado, había retado a Karlstadt, un teólogo, a un debate público sobre el libre albedrío y la gracia. Su propósito era discutir las enseñanzas de Lutero, quien en 1517 había iniciado la Reforma protestante con la publicación de sus 95 tesis. El palacio de Pleissenburg actual ha perdido la unidad y fuerte presencia que muestran las litografías de época, debido, sobre todo, a los efectos de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y las posteriores reconstrucciones, que han dejado su imagen un tanto fragmentada rompiendo la continuidad de sus partes respecto a la del original. Una placa en una de las alas del palacio recuerda la “disputatio teológica” del siglo XVI que se celebró allí.


La Universidad de Leipzig fue fundada el 2 de diciembre de 1409 por Federico I, elector de Sajonia, y su hermano Guillermo II, margrave de Meissen. En su origen, estuvo formada por cuatro facultades. Actualmente, posee catorce facultades y cuenta con alrededor de 26 000 estudiantes. La Universidad ha cumplido más de 600 años ininterrumpidos dedicados a la docencia y a la investigación.


Mientras paseo de un edifico, la universidad de Leipzig, a otro, el palacio de Pleissenburg, las calles de Leipzig no dejan de recordarme las señas identitarias centenarias de la ciudad, hechas con la profusión de ferias y mercados así como con la huella que dejó en la ciudad la producción de libros como consecuencia de la invención de la imprenta, mientras paseo, digo, me cuesta sustraerse al vínculo que detecto entre el edificio de la universidad  y el palacio de Pleissenburg bajo la influencia de reforma protestante de Lutero. Cuesta no asociar los debates estudiantiles con las réplicas y contrarréplicas del agustino Lutero y el dominico Eck, sobre lo que cada cual entendía por el libre albedrío y la gracia. Y bien mirado es un debate que, mutas mutandis, conserva todavía hoy - época de más polarización ideológica que la del siglo XVI, si cabe - su aura y fulgor en las discusiones a cara de perro sobre los asuntos religiosos del siglo XXI, así en la redes sociales como en las aulas universitarias. A saber, el cambio climático, las relaciones intersexuales e intergeneracionales, la resignificación del pasado, el animalismo, el transhumanismo y su castigo adjunto mediante las cancelaciones preventivas impuestas por los belarminos correspondientes. En fin, el debate de siempre que no cesa, sobre donde colocar el cuerpo y donde el alma en el cosmos del tecnocapitalismo actual. Y, como no, que hacer ante la lectura obligada de las diferentes biblias que acompañan a todas esas creencias: deben ser hechas por predicador interpuesto, como creía el católico Eck, o a solas con tus pecados y virtudes, como creía Lutero.


La batalla de Leipzig (16 a 19 de octubre de 1813), también llamada batalla de las Naciones, fue un enfrentamiento dentro de las llamadas guerras napoleonicas, en el que Napoleón Bonaparte incó el morro y el sombrero ante los ejércitos aliados, casi de forma definitiva. Fue el mayor enfrentamiento armado de todas las guerras napoleónicas y la batalla más importante perdida por segunda vez por la Gran Armada, después de la derrota en la batalla de Bailén en España cinco años antes. En la cena que mantuvimos con Conor, nos recomendó vivamente que visitáramos al día siguiente el monumento que, en 1913, fue construido en conmemoración del centenario de la batalla, pues a su entender, nos dijo, es uno de los principales monumentos de Leipzig, La estructura mide 91 metros de altura. Tiene más de 500 escalones que ascienden hacia la plataforma superior, en la parte más alta del monumento, desde donde se contemplan unas enormes vistas de la ciudad y sus afueras. La estructura está hecha de hormigón, recubierta con placas de granito. Su construcción fue financiada enteramente por donaciones particulares y por una lotería independiente del Estado. El Kaiser Guillermo II estuvo presente en la inauguración, pero solo como invitado, ya que no habló. El monumento es considerado uno de los mejores ejemplos de la arquitectura guillermina con muchos elementos masónicos. He de reconocer, que la invitación de Conor fue determinante en la decisión de ir a ver el monumento, mejor dicho en la manera de verlo una vez estuviésemos delante. En la conversación Conor resaltó su grandiosidad no tanto por sus dimensiones como por lo que representaban. Noté enseguida que la sombra del imperio inglés rondaba entre los platos de la mesa en que nos habíamos sentado para cenar. También noté que no era un apasionamiento furioso sino comedido, atravesado por la razón lógica. En ese momento de 1813 Napoleón Bonaparte representaba para Europa lo que Inglaterra representaba para Irlanda. Una imposición por la fuerza, si quieres bien y si no quieres también. No me atreví a preguntarle si esa herencia impositiva formaba parte del carácter irlandés, o era un asunto más bien particular del suyo. Al despedirnos, nos miró agradecido por la compañía y a través de la forma de esa mirada deduje que aquella herencia forma parte de la atmósfera tranquila que hoy se respira en la isla del verde esmeralda. 

miércoles, 19 de noviembre de 2025

RAQUEL BECK

 Cuando perdimos el miedo a volar

Nosotros también echamos a volar
como lo hacen los pájaros
después del estallido de un disparo,
asustados.

Nosotros también echamos a volar
un día cualquiera de invierno;
buscando el calor del sol,
siguiendo las migas de pan,
intentando encontrar el camino

CLUB DE LECTORES ADULTOS 45

 Hace cien años ya, Ortega y Gasset dejó escrito algo muy pertinente a la dinámica de los clubs de lectores adultos actuales. Cito: “las ideas se tienen y en las creencias se está.”

*

El lector que tiene ideas necesita a los otros lectores que tienen distintas ideas. El lector que solo tiene creencias necesita, todo lo más, a lectores de creencias iguales, siendo los demás, en el mejor de los casos, indiferentes a su atención.

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Las creencias hace a quien está en ellas autosuficiente  y autocomplaciente. Las ideas, por contra, hace a quien las tiene dependiente y ambiguo. Las creencias son a la libertad de expresión contra el tirano, como las ideas son al atrévete a pensar dentro de la democracia donde predominan los ciudadanos. Otra cosa es que contra el tirano viven mejor quienes nunca se atreven a pensar por sí mismos. 

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La realidad compartida, alrededor de la cual se ordena todo Club de lectores de adultos, es un tapiz formada por el intercambio, no siempre fluido, de las ideas que cada cual tiene, pues las ideas son transitivas y comunicables. Mientras que las creencias, no pueden formar realidad compartida, pues son intransitivas e incomunicables. Por decirlo así, las ideas son a la Razón creativa, como las creencias son a la Fe unívoca.

*

Por tanto, el Club de lectores adultos es una zona de compromiso incómodo debido a las zonas de fricción que lo constituyen, que son las condiciones de posibilidad para atravesar la diferencia de ideas entre los asistentes sin tener que abandonarlo, al contrario, para hecerlo más fuerte e inteligible en cada lectura compartida.

lunes, 10 de noviembre de 2025

D.H. LAWRENCE

 Los desarraigados 

Quienes se quejan de su soledad deben haber perdido algo,
perdido alguna conexión viviente con el cosmos, fuera de ellos,
perdido su fluir vital,
como planta a la que han cortado las raíces.
Y están llorando como plantas a las que han cortado la raíz.
Pero la presencia de otras personas no les dará una nueva conexión con las raíces.
Solo les hará olvidar.
Deberían lenta y laboriosamente, en soledad, echar nuevas raíces
en lo desconocido, y arraigarse.

CIUDADANO BERLINÉS 7

 Desde el aeropuerto de Tampelhof volvimos al centro de Berlín dando pedales, como habíamos ido. Pedalear por Berlin siempre es un sencillo placer que no se deja abrazar por el tedio de la rutina del hecho mecánico del pedaleo, muy al contrario, renueva el espíritu y las percepciones de quien va subido en la bici. De camino nos topamos con una antigua fábrica de cervezas, convertida hoy en un centro poli cultural, como no puede ser menos en esta época posmoderna. Todo es cada parte, como si cada parte fuera solo ella el uno. Esta fábrica de cerveza del s. XIX es en la actualidad uno de los lugares de actuación más versátiles de Berlín. El monumento industrial contiene seis patios interiores comunicados entre sí y más de 20 edificios que se utilizan por los creativos para una amplia oferta cultural: desde fiestas hasta teatro, pasando por cine o gastronomía. La Kulturbrauerei, así se llama este espacio, está situada en el distrito de Prenzlauer Berg. Cuando visito estos espacios, que se han generalizado en las grandes ciudades al mismo ritmo que el turismo de masas iba conquistando sus centros históricos y aledaños, no sé si están a servicio del ideal ilustrado, el más acabado eslabón del original Sapere aude, o son ya los primeros testimonios, rudimentarios muy a pesar de su estampa de diseño sempiterno, de la nueva época que yo denomino el fantocheo cultural: busque los antónimos de miedo, ignorancia, pereza y cobardía, y tendrá los rasgos cabales de la nueva máscara de quienes deambulan sin parar por estos patios y pasillos. 

Al salir de la antigua fábrica de cerveza - todo bien aquí se está muy bien, no se imagine lo contrario por lo me ha oído decir - volvimos a subirnos a nuestras bicis y nos dirigimos a hacer una visita a Anna Frank, en el barrio judío del distrito antes mencionado. Ya la habíamos visitado en Amsterdam, donde nació toda su leyenda, que ha acabado extendiéndose por el planeta. El centro de Anna Frank está situado en uno de los callejones que forman el barrio judío de Berlín. Después de haber visto el de Amsterdam, bien puede verse como una sucursal de aquel. Entendida sucursal como una réplica de los ya visto. Dicho de otra manera, es como si el que fuera el barrio judío de cualquier ciudad, dentro del reordenamiento cultural al que todas las ciudades se sienten llamadas en la actualidad, se vieran ante el deber moral de recordar a la adolescente que viene asombrando al mundo desde que publicaron las palabras que dan forma a su conocido diario. En esta ocasión me llamó la atención la colección de fotografías repartidas por las diferentes salas del centro, y en las que aparece Ana Frank, sino en todas en la mayoría, posando al lado de sus familiares. Ello me permitió ver con más detalle la niña que no dejo de ser Anna Frank hasta que murió de tifus en el campo de concentración de Bergen Belsen. Su encumbramiento como narradora diarista, la más joven de las conocidas hasta ese momento, y vinculada a los hechos más traumáticos de la historia de la humanidad, distorsionan el aspecto humano de la protagonista. Sin embargo, al verla en las fotos junto su familia,  antes de que esa distorsión de lo humano alcanzara en nuestras forma de percibir a todos sus herederos, Anna Frank era una niña de trece años como cualquier niña de trece años. Percibir esto en el centro del barrio judío berlinés me pareció, aunque parezca mentira, todo un descubrimiento y un autoconocimiento al mismo tiempo. Pensé mirando las fotos que Anna había sido una niña feliz en compañía de su familia (Margot Betti Frank fue la hija mayor de Otto y Edith Frank y hermana mayor de Ana Frank), de esa manera que solo los niños saben ser felices, ajenos a la barbarie que iba creciendo a su alrededor. Para entendernos, de esa manera que nos muestran las noticias a los niños, subidos a un tanque carbonizado o jugando entre los escombros de la ciudad donde viven después de los últimos bombardeos del enemigo. O también cuando la orden de deportación de Margot emitida por la Gestapo, apresuró a la familia Frank a esconderse en Amsterdam. Según el diario de su hermana menor, Ana.


Cuando la luz empezó a desvanecerse sobre la ciudad y un resplandor rosado se mezcló con los ricos colores de los edificios reflejados en el agua del río Spree, que estaba teñida con tonos rojos y rosa, dejamos las bicis en el patio del apartamento y nos fuimos tomar una cerveza en el bar de la esquina. Fue una imagen que acentuó ese sentimiento de vecino del barrio y ciudadano de Berlín, que me había propuesto descubrir en este nuevo viaje a la capital alemana. 


viernes, 7 de noviembre de 2025

EMILY DICKINSON

 SI VINIERAS EN OTOÑO


Si tú vinieras en Otoño,

Yo barrería el Verano

Con mitad sonrisa, y mitad desdén,

Como las Amas de Casa, con una Mosca.

Un año entero no es mucho tiempo para devanar la espera:


Si pudiera verte dentro de un año,

Devanaría los meses en ovillos –

Y los pondría en Cajones separados,

Por temor a confundir los números –


Si solo Siglos, te retrasaras,

Los contaría con mi Mano,

Restando, hasta que mis manos cayeran

En la Tierra de Van Dieman.


Si estuviera segura, de cuándo terminará esta vida –

Que tuya y mía, debería ser –

La arrojaría lejos, como una Cáscara,

Y cogería la Eternidad –


Pero, ahora, incierta la duración,

De esta, que está en medio,

Ella me aguijonea, como la Abeja Duende –

Que no declarará – su picadura.