viernes, 31 de octubre de 2025

ARCIPRESTE DE HITA

 LIBRO DEL BUEN AMOR (fragmento)


Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-“Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?”

Contesté yo a sus preguntas:
-“Me voy para Sotos Albos”
Dijo: -“¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.”

Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -“¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.”

CLUB DE LECTORES ADULTOS 44

 La falta de compromiso con la lectura propia del texto y con las lecturas de los otros lectores en los club de lectores adultos, no solo banaliza el encuentro sino que como toda banalizacion impide imaginar algún tipo de esperanza, que con la práctica lectora en compañía pueda hacer surgir ese compromiso anhelado. Esto es lo que hay, si quieres bien y sino quédate en casa contemplando lo que da de si tu libertad de expresión individual. Es decir, no hace falta exhibir con tanta autocomplacencia ante los demás lectores, justo aquello  que tiene voluntad de ser comunicado con humildad y duda, la propia lectura, por más que la escritura del texto busque lo segundo antes que la primera. Al final, lo que se impone sobre todo lo demás y los demás es que cada lector diga lo que le pete. El texto como pretexto es el lema para la cháchara y el cotilleo, que se desprende de lo anterior de forma inevitable.

Tres puntos de origen para que estas conductas proliferen así en estos encuentros de lectores y entre lectores. Uno, el miedo como refugio identitario de nuestros prejuicios y complejos. Dos, la ignorancia, pues nadie quiere que se sepa en la conversación pública que no sabemos tanto como aparentamos saber. El club de lectores adultos debe ser el espacio y el tiempo del “saber del no saber”, pues para eso hemos llegado a la edad adulta. Tres la pereza a la hora de pensar sobre lo que leemos, que está adherida, como una lapa a la roca, a la colosal cobardía que al final paraliza al lector que la padece, convirtiéndolo en la más tóxica de las víctimas y, al unísono, en el más vengativo de los verdugos.  “Sapere aude”, de nuevo el precepto de Kant cobra toda su vigencia más de doscientos años después, en este mundo nuestro donde todo vale y todo vale mismo.


Por tanto, a la luz de estos motivos el compromiso con la lectura del club de lectores adultos no es solo una cuestión de modales y cortesía, sino también de valentía y coraje, para vencer ese miedo a reconocer ante los otros lectores que no hemos entendido muchas cosas de la lectura y que venimos al club de lectura apasionados con un puñado preguntas que nos han conquistado sin vuelta atrás. 

miércoles, 29 de octubre de 2025

CARMEN BERASATEGUI

 LAS MIMOSAS

Me gusta mucho el mes de febrero
porque comienza la época de mimosas.
Este invierno viene templado y florecen
un poco antes, me ha dicho la floristera.
Me regalo un ramo de mimosas
todas las semanas y las contemplo, hermosas,
en la mesa de madera frente a la tímida ventana.
Irradian una luz dorada, un no sé qué tierno
que embellece la estancia.
Mira qué tontorrona,
pero las mimosas me hacen feliz la jornada.

Me pregunto si los que no tienen para comer
advierten este prodigio.

CIUDADANO BERLINÉS 5

Dejé al Corso bajando las escaleras de la catedral sin obispo de Berlín que lo conducían a la cripta donde estaban enterrados los miembros de la Haus Hohenzollern, dinastía alemana de rancio abolengo cuyos miembros fueron príncipes, electores, y reyes, emperadores de Hohenzollern, Brandeburgo, Prusia, alemán y. Rumanía. Es de suponer que lo que quiere - así me lo confesó su asistente antes de despedirme de la comitiva victoriosa que seguía al Corso - es tomar medidas de cómo y dónde van a colocar su posteridad una vez que deje el Imperio de los mil años que quiere construir. Ese Imperio no era el suyo, sino del cabo furriel con bigotito cien años después, pero no me cuesta imaginar que ya rondaba por la imaginación debajo del tricornio del Corso.


Al salir de nuevo a la avenida de Under den Linden la normalidad del ambiente volvía a recuperar sus hechuras, después del paso del huracán victorioso del Corso. Dirigí de nuevo mis pasos hacia la puerta de Brandeburgo para desde allí acercarme a la Nueva Galería Nacional de Berlín, la primera y la única obra que queda en la capital alemana de mi admirado Ludwig Mies van der Rohe. Exteriormente el edificio se constituye como un gran zócalo de piedra sobre el que se eleva una enorme cubierta metálica cuadrada sustentada por ocho pilares perimetrales. Retranqueado de la cubierta, se dispone un cerramiento enteramente de vidrio, por lo que visualmente, el espacio del museo es prácticamente un trozo de explanada cubierto, solo interrumpido por dos pastillas de comunicación vertical y aseos. Sin embargo, en condiciones normales, el espacio de museo contiene elementos de tabiquería que varían con las distintas exposiciones y que limitan esa continuidad visual. Este edificio es una de las muestras más representativas y refinadas de la búsqueda de la elegancia mediante la simplicidad conceptual y constructiva: un reflejo de la famosa frase "menos es más" que popularizara este mismo arquitecto. Este espacio a nivel de superficie es solo una parte del museo, que hace las veces de atrio, mientras que las salas de exposición principales se sitúan bajo tierra. El museo forma parte del complejo de edificios culturales de Berlín (Kulturforum) y está principalmente dedicado al arte del siglo xx, con particular énfasis en expresionismo, cubismo y Bauhaus. Contiene obras de Klee, Munch, Kandinsky y Pablo Picasso, entre otros importantes artistas.


Menos es más y Dios esta en los detalles, resume una ética de Mies van der Rohe contraria a la del Corso, que sigue metido en la cripta de la catedral de Berlín buscando inspiración para su posteridad. Dos frases que resumen una forma de mirar un mundo que no se dejaba mirar. Como pasa ahora mismo. Mies tiene una obsesión rigurosa por la función y por la técnica de la obra que realiza. Solo sabe de una cosa pero persigue durante toda su vida con total ahínco y tenacidad. Lo cual lo encarna muy bien, otra vez, el eslogan: menos es más y dios está en los detalles. Hace arquitectura moderna pero enraizada en la convención prusiana. Lo que no se entiende, visto desde hoy, es la catalogación de la obra de Mies por parte del cabo furriel con bigotito como arte degenerado, que lo obligó a abandonar Berlin y emigrar hacia Chicago. El Corso habría sido más indulgente y le habría pedido a Mies algún encargo para albergar las glorias imperiales de su posteridad.


lunes, 27 de octubre de 2025

RAFAEL CAMARASA

 TRANSEÚNTE

De visita en esta ciudad vieja
sé muy bien que el tiempo de gracia es limitado,
así que gozo de sus cafés y sus museos,
de la catedral que levantó un genio antiguo.

Como siempre, me iré unos segundos antes
de que un ángel rompa una estatua
a martillazos.

Hay un momento en que todo se endurece:
hasta el rictus de las madonas de los lienzos.
He estado en muchas ciudades y he aprendido
que solo son hermosas las de paso.

CIUDADANO BERLINÉS 4

 El Corso no acaba de encontrarse en su salsa a medida que desciende por Unter den Linden para visitar los fastuosos edificios que festonean la avenida, cuyo estilo es el orgullo del reino prusiano al que acaba de someter este mismo día. Así que decide tomarse un respiro y se acerca a la estatua ecuestre de Federico el Grande, el gran artífice del ejército prusiano, con el ánimo confuso, tal y como años más tarde confesó uno de sus almirantes. Unas confesiones que ennoblecían, por decirlo así, el arte de la guerra entre caballeros. Aunque quizá, dice entre líneas el almirante, la confusión del Corso venía de que sus correrías bélicas por todo el continente europeo estaba rompiendo por primera vez con esa nobleza en el arte de guerrear, inaugurando el saqueo y aniquilación física sin piedad del enemigo, incluida la población civil que se cruzara en el camino, como principio fundamental de toda guerra por venir. Dicho de otra manera el Corso con una mano predicaba los valores ilustrados, pero con la otra bendecía el espíritu de la guerra total que se avecinaba. Y esta patente contracción lo ponía mustio, al decir del almirante en sus memorias. Mirando hacia su castillo, Federico II encima de su caballo lleva su uniforme militar con un abrigo de armiño y su característico bicornio - también se pueden ver sus muchas decoraciones. El pedestal está adornado con dos bandas talladas que representan la vida del rey y cada una de las esquinas del pedestal representa una virtud cardinal. El Corso no sabe si hacer un saludo militar que trate de igual a su antepasado, o por el contrario hacerle un corte de mangas a la estatua como un gesto significativo que de a entender a quien lo quiera ver que a partir de ese momento El, el Corso, representa el año cero de la nueva referencia militar en todas las academias militares del mundo, Europa incluida. Ni lo uno ni lo otro. El Corso se limita a mirar la estatua de frente, y a continuación encamina sus pasos hacia el nuevo cuerpo de guardia, edificio situado a golpe de vista de la estatua de Fritz, como así se dirigió al hombre a caballo cuando continúa su paseo por el Unter den Linden, “hasta siempre Fritz”. Nostálgico se nos puso el Corso. La Nueva Guardia (en alemán: Neue Wache) es un edificio neoclásico localizado en el centro histórico de Berlín, construido entre 1816 y 1818 de acuerdo con los planos del arquitecto alemán Friedrich Schinkel como caseta de vigilancia del Palacio Real. Actualmente es un monumento recordatorio a las "víctimas de guerra y dictadura" y bajo el óculo se halla la estatua Madre con hijo muerto de Käthe Kollwitz, también llamada La Pietá Kollwitz. Expuesta al sol, lluvia y nieve, simboliza el sufrimiento de los berlineses durante la Segunda Guerra Mundial. En el centro de la plaza Bebel se encuentra la biblioteca hundida. Este monumento recuerda el evento de la quema de libros del 10 de mayo de 1933 - la famosa noche en que grupos de jóvenes nazis, a instigación del ministro Joseph Goebbels, quemaron 20.000 libros de autores judíos, marxistas o pacifistas considerados como propagadores de un espíritu no alemán. Cuando el Corso llegó a la plaza Bebel, una vez que cruzó el bulevar Unter der Linden, sintió un pasmo de confusión porque no sabía a cuento de que lo habían llevado hasta ese lugar, a Él, el Corso, que en teoría lo sabe todo. Un asistente se le acercó a la oreja y le dijo, majestad esta usted encima de la biblioteca hundida. Es una obra del artista Mischa Ullmann, siguió el asistente, y recuerda el acontecimiento de la historia alemana de la quema de libros. Si se fija su majestad los transeúntes pueden ver una librería con estantes vacíos bajo una placa de vidrio en el suelo. Un verso de Heine está grabado: "Donde se queman los libros, al final se queman los hombres". Pues eso, tome nota su majestad, dijo el asistente, ahora que está a punto de conquistar toda Europa, cómo hizo su sucesor casi 150 años después. No prestó mucha atención el Corso al significado de lo que le estaba enseñando sus asistente, y dando muestras de su proverbial impaciencia y mala leche le dijo, como respuesta a lo que le estaba explicando, que si quedaba algo por ver pues tenía mucha sed y quería tomarse una cerveza grande. La catedral protestante de Berlín, majestad. Es aquella que se ve desde aquí. Si la llamamos "Catedral de Berlín" en francés, es un error lingüístico porque la iglesia no es una catedral en el sentido estricto de la palabra - nunca ha sido la sede de un obispado. El edificio, de gran belleza estética, alberga la cripta familiar de la dinastía Hohenzollern, la pila bautismal de Christian Daniel Rauch y el mosaico Petrus de Guido Reni. El órgano de la catedral, con más de 7000 tubos, es una obra maestra y uno de los más grandes de Alemania. Algo más dijo el Corso. Nada más majestad, contestó su asistente. Pues vamos a tomar esa cerveza y después visitaré la cripta de mis anfitriones, le contestó con sorna el Corso.


miércoles, 22 de octubre de 2025

AMALIA BAUTISTA

 SURSUM CORDA

A veces es muy fuerte la tentación, las ganas
de abandonarlo todo, de dejarse,
que ya no son edades, ya no es tiempo,
que ya está todo hecho, muy mal hecho.
Es fácil la pereza y es difícil
embarcarse de nuevo en la tarea
de rescatar las ilusiones.
Pero tú, corazón, sigue latiendo
mientras te deje el mundo.
Hoy es el día, hoy es el primer día,
y ya nunca seremos más jóvenes que ahora.