EL DON DE LA EBRIEDAD
De la oscura grandeza del final
y el radiante comienzo renovado
se admira este romántico ilustrado
que ama el día y la noche por igual,
que paseará su fiel felicidad
en el mundo, sabiendo lo que entraña,
si una luz habitable lo acompaña
a los umbrales de la soledad.
Por la música, forma conmovida
del tiempo, que en el verso late y piensa;
por la belleza, esa virtud propensa
a no dar nuestra esencia por perdida,
que traiga su ebriedad a mi canción
la vida en la más alta graduación.