Escribir narrativamente no es informar y Leer narrativamente no es mirar el periódico. Aprendemos a mirar. Vamos de la introspección a la realidad y viceversa, sin usar grandes palabras abordamos el conflicto entre lo universal y lo histórico, lo autobiográfico y sus máscaras,, y entendemos que en literatura la manera de decir es lo que se está diciendo, aunque a veces los afanes estilísticas están tan huecas como el prestigioso minimalismo ornamental.
Un club de lectura es un fenómeno sin precedentes, como dice Ireneu Vallejo. Un impulso lector nacido con energía espontánea, libre y horizontal. Un regreso a las comunidades forjadas en torno a las historias. Una ampliación del campo de pensamiento.
*
Leemos, y además nos comprometemos con lo leído en compañía de otros lectores, para olvido de nuestros males y como remedio para nuestras preocupaciones. O leemos en compañía para celebrar la búsqueda de la verdad que nos fundamenta. Leer, según este segundo paradigma, no es replegarse sobre lo propio como pretende el primero, es, sino, como un elevarse a un plano virtualmente universal en donde cada uno puede considerarse de iure igual en derechos y obligaciones a cualquier otro en la esfera pública. Una verdad literaria que, como decía Ortega y Gasset, ha de atraer, por su propia naturaleza, a todo lector despierto y curioso. Una verdad literaria que sostiene y alienta a todo cuento y novela, que no es exclusiva de un grupo.
*
¿Qué es lo que alguno de esos lectores puede plantear en un club de lectores? Asuntos auténticamente literarios. Asuntos mas allá de la actualidad o cotidianidad del lector. A saber, asuntos sobre el sentido de la vida y de la muerte, sobre el mundo y la cultura, sobre el saber y el comunicar el crear, sobre la sociedad y la historia, todo esto necesariamente incumbe a todo ser humano que vive de forma consciente su vida, no solo al académico o al investigador del ramo. De modo que el club de lectores descansa en una previa concepción mundana del ser y del lector: si la verdad concierne a todo ser humano, el narrador del cuento y la novela debe dirigirse a todos con un lenguaje que permita alcanzar la comprensión universal que lo sostiene. Belleza y emoción deben ir unidas a la rigurosa verdad que habita en ese universal. La verdad literaria es una oferta de sentido, que atraviesa a quienes en el club de lectores entienden su aceptación gracias a su capacidad de generar consensos sobre su valor y fecundidad.
*
Uno es lector humano del mismo modo que la sociedad a la que pertenece, que no es un aglomerado arbitrario de personas, sino su conjunto cualitativamente específico, con un estado colectivo de creencia; la historia es el todo articulado de sociedades. Por ello, la perspectiva histórico-universal incluye la perspectiva individual y la social, es la perspectiva integral de lo humano.