miércoles, 15 de mayo de 2024

CORPUS CHRISTI

 EL CONFESOR PERPETUO DEL ALMA

Entre los unos y los otros y los de más allá, de una forma u otra, hemos proscrito en la cultura occidental el concepto del alma y la idea de Dios (no confundir con la figura bíblica de Dios), lo que hace que vivamos cada vez más  deshumanizados, o más dependientes de las máquinas, que viene a ser lo mismo.


Dicho de otro modo: entre los unos y los otros y los de más allá, hemos creado un mundo donde la razón instrumental tecno científica - que con su perspectiva gallinácea o de corto alcance es indiferente al sentido último de las personas y las cosas, vendiendo como un producto más  solo el sentido inmediato de cada uno mismo por separado - ha eclipsado a las razones sensibles del corazón, olvidando la vieja advertencia de Pascal según la cual la verdad no es un dato empírico y utilitarista, sino un acto de recíproca comprensión entre los unos y los otros y los de más allá asociada a la esperanza de todos.


Es lo que hace el falso cura polaco, protagonista principal  de la peli “Corpus Christi”, de Jan Komasa. Reinstaurar la esperanza en la comunidad religiosa donde recala, después de abandonar el reformatorio de donde procede, que arrastra un problema de confianza entre sus miembros y, por tanto, de desesperanza recíproca, que altera la concordia dentro de su convivencia diaria. Todo ello sin que los ritos (misa, confesión, comunión, etc.) que son esenciales para la iglesia católica, no pierdan un ápice de su protagonismo en el desarrollo de la trama. Incluido el más literario de todos esos ritos, a saber, echar mano de la parábola como recurso narrativo inmejorable para hacer entender a los feligreses y los espectadores lo que de otra manera seria difícilmente inteligible. No otra cosa hizo Jesucristo, cuya imagen de crucificado no deja de presidir todos los ritos mencionados, tal y como mencionan las Sagradas Escrituras: usar la parábola para hacer entender su mensaje de salvación a las personas que se encontraba en su camino, o acudían a sus sermones para escuchar sus palabras.


Lo que cabe resaltar no es tanto el uso de la parábola como la manera que el director de la película, Jan Komasa, la inscribe o la inserta en la puesta en escena. En el cuento de Chéjov, “Retrato de un jardinero mayor”, ya vimos como se hace uso de la parábola, o de la fábula, para explicar y justificar la muerte del doctor por accidente, pues ningún hijo de Dios puede cometer un asesinato en la persona de un hombre tan perfecto como aquel. Necesariamente tiene que ser un accidente. A pesar de que las pruebas científicas lo desmienten de forma categórica. Para lo cual  el narrador del cuento echa mano de una leyenda (fábula, parábola, tanto da) por boca del jardinero mayor, que a su vez se la contó su abuela hace ya muchos años, que la había oído desde siempre, por decirlo así. O sea, alguien, el narrador, le dice al lector de forma explícita que el jardinero mayor nos va a contar la leyenda que le contó su abuela que la había oído toda su vida. En el caso de la película, la leyenda o la parábola no queda ante el espectador de forma tan evidente. Probablemente, me atrevo a sugerir, porque el espectador o lector de hoy no es el lector de la época de Chéjov. En teoría, solo en teoría, está más acostumbrado a relacionarse con la complejidad del mundo que le ha tocado vivir. 


Fijémonos con atención como recibe el vicario oficial de la Iglesia del pueblo a Daniel, el cura que llega allí del reformatorio, cuando debería haber ido a un aserradero, verdadero destino de us libertad condicional. La curia no se tiene que enterar de lo nuestro, le dice el veterano vicario al aprendiz. Lo nuestro no es otra cosa que yo te dejo al frente de mi iglesia y desparezco, bajo la disculpa de una enfermedad, hasta casi el final de la peli, donde vuelvo a aparecer aupado sobre el púlpito e iniciando mi sermón diciendo: todo ha sido una parábola. Momento en que el espectador, junto a los feligreses, se da cuenta que es lo que ha estado viendo hasta ese instante. Ya que todos tenemos dificultades, yo el primero - continúa perorando el veterano vicario - para entender lo que nos pasa a veces en la vida. Estamos ante la crisis de la Fe, dicho en cristiano, que es lo que estaba sufriendo la vecindad, después del tremendo accidente donde uno de los vecinos chocó su coche contra otro en el iban unos cuantos vecinos jóvenes, muriendo todos en el accidente. Ese era el asunto que mantenía cada vez más enconados y llenos de odio a una parte del pueblo contra la otra. Y el vicario en medio, sin saber que hacer pues había perdido la confianza de sus feligreses, y su propia e en la misión que tenía encomendada. Hasta que llegó Daniel…y se convirtió en protagonista principal de la parábola que imagina el veterano vicario. Que no es otra cosa que poner en marcha, como siempre desde el que el mundo es mundo, la forma indirecta de la ficción para abordar de forma eficiente la complejidad de lo real, más allá de la propia actualidad mecánica de lo real. Como solo la ficción sabe hacerlo, buscando el sentido último de las personas y las cosas.