sábado, 24 de mayo de 2025

OKUPAS

El piso ocupado se ha convertido en la mayor fuente de agobio de la madre, lo que la predispone a no abrir la puerta cada vez que suena el timbre. Para más inri, en esa casa no están  acostumbrados a tratar con artistas y bohemios, lo que hace que se pongan a temblar cada vez la estética se presente sin avisar. Y es que, según he oído a los vecinos, la madre del piso ocupado ha visto por la televisión que el movimiento okupa esta amparado por la ley que se aprobó no hace mucho en el parlamento nacional. Además, según los críticos de arte urbanístico, es un bien cultural y creativo pues abre una nueva perspectiva o mirada en el rígido mundo de las formas que la propiedad privada mantiene como herencia del pasado, desde que se inventó el capitalismo anímico a principios del siglo XXI. Lo mío es mío y lo de todos no es de nadie, más o menos viene a decir el anacrónico mandamiento inmobiliario. Yo soy un funcionario del ayuntamiento que me han encargado que lleve a esta familia una notificación sobre la nueva legislación de alquiler de pisos urbanos, aprobada poco después de la de los okupas, lo que ha producido las consabidas quejas y polarización entre uno y otro bando. La madre del piso ocupado no quiere ni oír hablar de la nueva legislación, y emulando Ma Barker ha amenazado, a quien la quiera oír a través del timbre, que solo saldrá de su piso con los pies por delante. El marido de la madre del piso ocupado se limita a estar callado, de momento. Y los hijos del matrimonio han abandonado la escuela hasta nueva orden de la madre o del parlamento nacional. Todo apunta a que al final correrá la sangre.