Dada la mala suerte que tienen con los padres que les han tocado, parece increíble que todo lo que hacen en sus vidas esté exento de ese agobio que hoy domina las acciones y las relaciones de su familia. Ni un minuto más, ni una gota de sudor de menos, dedican a los variopintos asuntos que tienen que resolver cada día. Ya sabes que desde Anna Karenina todas las familias son igualmente felices, pero las desdichadas lo son cada una a su manera. Es por ello - desde que la polarización social y política se ha adueñado de las mentes individuales de cada miembro de esta familia - que el agobio se ha convertido en una ideología. En este nuevo contexto el agobio de su madre es reaccionario y el de sus hijos progresista. Es decir, están a la deriva. Todo porque aquella se empeña en seguir llenando de alpiste la jaula del canario que ha muerto hace ya un año, y también por ir a hacer la limpieza a casa de sus hijos que se acaban de mudar a un piso de ocupas. De repente, y contra todo pronóstico, la jaula vacía y el piso ocupado se han convertido en la mayor fuente de agobio de la madre y, por extensión umbilical, de los hijos.