Por el solo hecho de ser convocados como lectores alrededor de un narrador y su historia, la atmósfera que se crea en ese espacio esta ineludiblemente afectada bajo la exigencia de esa voz narradora. No es pertinente, por tanto, comenzar a hacer mohines de malestar o desacuerdo simplemente por no alcanza a oír o entender lo que el narrador, al que acabamos de conocer, nos está diciendo. Este acabar de conocer es importante pues lo hacemos con alguien que es muy conocido por quien lo ha construido, el autor del libro. Luego leer es tratar de llegar a estar a la altura de ese conocimiento y reconocimiento. Leer es atención, memoria, capacidad asociativa, leer, en fin, es una tarea que requiere esfuerzo y dedicación.
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Sin embargo, visto así, es decir aceptando esos mohines y quejas como forma de legitimarnos como lectores ahí donde hemos quedado con otros lectores, visto así digo, un club de lectores no es otra cosa que una terapia ocupacional mas que la política cultural del estado de partidos organiza, en este caso a cuenta de la literatura, para combatir el aburrimiento que inevitablemente aparece en las zonas de confort mental de los ciudadanos bien pensantes que sostienen ideológicamente a aquel estado y sus partidos. Del aburrimiento material ya se encargan las multinacionales del consumo y sus grandes superficies y terminales.