jueves, 13 de marzo de 2025

INQUIETUDES

 GANARSE SU VIDA 

Distinguir entre El que viene a la ciudad como producto o mercancía (a ganarse la vida) del que vine como problema proteico difícil de abordar (a ganarte tu vida). En el primer caso el Otro es un producto más. En el segundo es un posible interlocutor válido. Los filmes de Alan Rudolph se ordenan preferentemente alrededor de lo segundo. Inquietudes no es una excepción. Tienden a centrarse en personajes solitarios y excéntricos - que están en la periferia o fuera de la pomada hegemónica de la ciudad - y en las complicadas relaciones que mantienen con los demás en ese afán por ganarse su vida. Por tanto, no hay en ellos protagonistas claros, pues ganarte tu vida nunca está claro, ni es concluyente. Es más bien un misterio constante. La coralidad es también otra característica de la filmografía de Rudolph. Dentro de esa puesta en escena, son personajes que no llegan del todo a conectarse, a ser entre ellos interlocutores válidos, lo cual no es óbice para que dejen huella. Así entienden que esa huella es algo necesario a lo que puedes aspirar en la ciudad para ganaste tu vida. No hay en ello celebración ni rechazo. Ni moral ni sentencia. Solo saben que están, estamos, ahí. Pues todo ocurre en una ciudad que no muestra su cualidad panorámica colmatada de anuncios en todas las direcciones, para goce de turistas o espectadores cansados.


¿Cómo nos adaptamos a una ciudad así, si queremos ser espectadores comprometidos con lo que nos propone Alan Rudolph a través de sus personajes? En la tertulia que mantuvimos sobre la peli tardamos en darnos cuenta que la realidad que nos mostraba el narrador de la historia no estaba encuadrada, por así decirlo, en la realidad cotidiana que vivimos. Solo al final llegamos a un principio de acuerdo, después de dimes y diretes, idas y venidas, sobre que la realidad que habíamos visto en la pantalla se encontraba en la mente del narrador, John Hawkins. Era una realidad soñada o imaginada en consonancia con la tesis anunciada al principio. A saber, John Hawkins había salido de la cárcel y regresado a la ciudad que lo encarceló para ganarse su vida.


Fue entonces, hora y media de tertulia más tarde, cuando las formas extravagantes de la película empezaron a tener sentido más allá de la actualidad de nuestra cotidianidad, que como es sabido es el principal obstáculo que tiene todo espectador (o lector) que quiera dejar de turistear delante de la pantalla (o con un libro entre las manos). Así nos dimos cuenta que la primera escena de la película, esa en la que sale de la cárcel John Hawkins después más de ocho años allí encerrado, no es a lo que estábamos habituados a ver en muchas situaciones parecidas que han aparecido en otras películas. Toda esta primera escena está bajo el manto o envoltorio onírico, no habitual, que denuncia que eso estaba pasando en otro sitio que no coincidía con el que se nos mostraba. Aquel abandono de la cárcel era algo más que un abandono de la cárcel. Era lo que John Hawkins había hecho con ese hecho, lo que de paso nos anunciaba lo que el nuevo expresidiario iba a hacer con todo lo que se encontrara en la ciudad, empezando con la presencia de sus primeros pasos en la misma nada más bajar del autobús. Nos quedó claro que ganarse la vida es una transacción comercial del yo productor consumidor, la actualidad donde vivimos, pero que ganarse su vida, para John Hawkins y para los espectadores que lo acompañábamos, es una competencia de la imaginación. La primera se da en la materialidad del mercado laboral y la compraventa visible de todo lo que se mueve, mientras que la segunda se da en la mente, la conciencia, en fin, en la invisibilidad del alma de John Hawkins y de los espectadores que estamos allí a su lado.


Visto así, luego se nos hicieron más asequible las extravagancias de Coop Carradine, las de Divine y su banda de hampones, la del tiroteo final y el paseo impasible de Coop Carradine entre los tiros habituales de toda banda de hampones que se precien, en fin, se nos hizo más asequible e incluso empezó a hacerse inteligible toda los planos surrealistas que fueron dando empaque a la puesta en escena de la peli, incluidos el enamoramiento de Hawkins de Georgia y el bar de Wanda como punto de encuentro de todo ello. Hasta llegar al plano final, donde la sonrisa de Hawkins y el rostro de Georgia, rematan la faena iniciada dos horas antes, con el primero saliendo de la cárcel y la segunda en la caravana donde vive con su hijo, mientras no lejos de allí la ciudad que les permitirá conocerse los espera para que puedan así ganarse juntos su vida que tanto anhelan.