miércoles, 30 de noviembre de 2016

ENCUENTRO DOMÉSTICO

"Claro, como siempre" - respondió con desprecio a su padre y, a continuación, se encerró en su habitación dándole con la puerta en las narices. La contestación fue el punto final de una violenta discusión, zarandeos y bofetadas recíprocas incluidas, a cuenta de las molestias que le estaba ocasionando a aquel, y a los vecinos, la música que tenía puesta a todo trapo. Cuando dejaron de estar uno frente al otro, desearon aniquilarse mutuamente con esa calculada eficacia que llevan a cabo las bestias impunes. La madre, mientras tanto, después de haberlo escucharlo todo, se hizo la dormida en la habitación contigua.

martes, 29 de noviembre de 2016

CHARADAS, cuento de Lorrie Moore

Nota: Charadas forma parte del libro de cuentos de Lorrie Moore titulado, Pájaros de América, ed. Narrativa Salamandra, Barcelona 2003

Tengo la impresión de que quien haya leído con atención el cuento de Lorrie Moore, puede que le sea mas difícil celebrar la próxima Navidad con la aparente naturalidad o confianza o malestar con las que lo ha venido haciendo hasta ahora. Y es que este año tendrá un invitado imprevisto, la figura del narrador de Charadas. Esa portentosa voz, que nos cuenta la historia de la familia de Therese, es la que siempre falta en toda reunión navideña que se precie. También en las nuestras. Mejor dicho, está siempre presente pero, al mismo tiempo, siempre está oculta para que según sus palabras, nada más comenzar el cuento, se acabe celebrando lo inevitable, verificar un año más que estamos todos juntos, es decir, que estamos todos vivos como cuando empezamos la andadura de la vida (lo que vale también para los que lo odian, pues no hay nada que más una que el odio), por lo que "probablemente sea apropiado que una fiesta que es un juego haya aparecido y se haya introducido literalmente bajo el disfraz de una tradición festiva (que no lo es). Resumiendo, lo normal es que nadie en la familia de Therese exprese sentimientos muy genuinos; todo el mundo quiere, en cambio (¡aunque sea un juego!), hacer una buena representación".

Dicho de otra manera, no podría haber fiesta de Navidad, ni de ningún otro tipo, en fin, no podría haber vida familiar, ni de ningún otro tipo, si las palabras del narrador se hicieran explícitas en la boca de cada uno de los actores que participan en el juego o en la fiesta o en la vida. Por tanto, ese es, pienso yo, el valor de uso del cuento de Moore. Darnos una visión plena y panorámica de lo que sucede realmente, de lo que hay, en este tipo de ceremonias, de lo que sucede y de lo que hay en la vida que vivimos, sin oscurecerlo o tergiversarlo con disquisiciones de tipo psicologistas o sociológicas o economicistas o historicistas, etc. La familia cambia y la vida cambia según los ámbitos y costumbres que demanda quien mueve los hilos de la psicología o la sociología o la economía o la historia, etc., pero en todo tiempo y lugar "es propio de la Navidad (y de la vida) que se reduzca a esto, a sus propios huesos pelados".

Esa condición de huesos pelados en que la Navidad (y por extensión cualquier celebración de la vida) convierte, o hace sentir, a los que participan en sus fastos - bien estén a favor o en contra o simplemente por estar sobreviviendo ahí bajo su influencia  (a tales efectos os recomiendo que la próxima Navidad veáis la peli "Christmas, Again", de Charles Poekel) - a base de encarnar paradójicamente sobre ellos una sobredosis de ilusión, nos deja ver la intención del narrador. A saber, que nos concentremos y prestemos atención, porque el ajetreo de la vida nos lo impide, en lo que la propia fiesta o el propio juego o la propia representación del cuento (que lo es de la propia vida) ocultan o desechan bajo esa encarnadura o encantamiento. Nuestro invitado no lo hace, pienso yo, para amargar la vida a nadie o para ser un aguafiestas, sino para advertir a los lectores contra, por un lado, el exceso de encarnadura encantada e ilusionante con que rebozamos nuestras fiestas o nuestros juegos (y nuestras vidas) y, por otro y al mismo tiempo, contra el peligroso abandono de nuestros huesos pelados ante ese horizonte de tristeza y mortalidad que siempre aparece en estas fiestas o en estos juegos o en las cosas buenas que hacemos en la vida. Una intemperie pelada a la no hay porque enfrentarse con más encantamiento o ilusión si cabe, ni acabar cayendo ante tal desengaño en un resentimiento tan nihilista como destructor. Habiendo llegados vivos hasta aquí, tanto da que lo hayamos hecho juntos o por separado, es a otra forma de pensar a la que nos convocan estos juegos o estas representaciones o estas fiestas , y esos horizontes que siempre aparecen. Es decir, es a otra forma de mirar y de comprender y de encarnar nuestro origen, a la que el narrador de Charadas nos invita.

Respecto al simbolismo que tiene la elección de la Navidad como "madre" de todas las fiestas, o de todos los juegos, o de todas las representaciones, teniendo en cuenta su raíz religiosa y medieval inequívoca, reconocer la audacia de nuestro imprevisto invitado, el narrador, al enfrentar a los lectores actuales a la dudosa e incierta posición que mantiene la modernidad laica a la que estamos subscritos - cuyo principio fundacional de progreso ilimitado muestra claros síntomas de agotamiento -, en relación con nuestro pasado medieval teocrático, cada vez más reconocido como un pasado esplendoroso, al que tal vez convendría empezar a volver nuestra mirada. Es decir, un pasado al que convendría, no dar por concluido, sino aprender a escuchar de forma distinta a la que hemos hecho hasta ahora.


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lunes, 28 de noviembre de 2016

EL ALMA AISLADA

"Asi el Alma Humana, ciega y lánguida, torpe y deshonesta, quiere estar oculta, no obstante querer que nada le esté oculto. Y más lo que le sucederá es que se quedará descubierta a la verdad sin que ésta se le descubra a ella". (Agustín de Hipona). Este es el peligro de toda edad provecta. Que creyendo que lo controla todo desde el interior de esa fortaleza impenetrable de los muchos años, acaba por no enterarse de nada. No quiero yo forzar a nadie a hacer lo que no quiera hacer, salir de la fortaleza a comunicarse con el mundo de los menos años. Pues, siguiendo al de Hipona, diferencio muy bien entre hablar poco y ser un hermético. Una estatua. Pero, por la misma razón, se debe comprender que no se puede pedir a nadie que haga lo que tampoco quiere hacer, que sus palabras estén ahí, a la puerta de la fortaleza, cuando a la estatua le venga en gana que estén. 

sábado, 26 de noviembre de 2016

PRESENTIMIENTOS Y RESENTIMIENTOS

Aventurarse a decir que una determinada actitud vital tiene que ver más con estar muerto que vivo, o al revés, es una insolencia que solo se pueden permitir los seres perfectamente inmortales. Que yo sepa sólo conozco a dos tipos de estos seres: los animales que no tienen el atributo del lenguaje y los dioses que tienen la virtud de escaquearse siempre de los asuntos humanos y, por tanto, siempre dicen que están ahí, pero nunca comparecen cuando de verdad los necesitamos. Los seres mortales bastante tenemos con ir aprendiendo a serlo. Toda una vida. Esos que les gusta dar fe de vida como de defunción, no es que estén muertos o vivos, es que no saben dónde están, algo que si es consustancial y muy frecuente en los seres mortales. Semejante despiste puede llegar a sucederle, también, durante toda su vida.

A estas alturas sonroja comprobar que la Peña Acelerada sigue sin aceptar que eso que llamamos enfáticamente la visión del mundo no es otra cosa que la visión del mundo de cada cual. Que eso que llamamos más enfáticamente todavía  "si mismo" o "tenerse a sí mismo" no es absolutamente nadie, ni tiene absolutamente nada, sino es a través de la presencia comprensiva y compasiva del Otro. Que miramos el mundo bajo la influencia de una cosmovisión o paradigma, que sus patrocinadores tratan de venderla como jovial, objetiva e inmutable, cosa que consiguen si convencen de ello a muchos sujetos de forma duradera, que se creen tenerse así mismos y por si mismos. Así funcionan las Corporaciones Mediáticas, El Corte Inglés, Coca Cola, Hollywood, etc. Pero sigue siendo El Vaticano, matriz de todas las anteriores, la empresa de publicidad y propaganda que mejor ha logrado esta conjunción cósmica, acercándose casi hasta la perfección, no en balde tiene línea directa con Dios. También es la que sigue dando la matriz al formateado de los nuevos cerebros neopositivistas y empíricos que, aunque su velocidad les impida darse cuenta de ello, siguen, como Teresa de Ávila, sin vivir en ellos: el mundo tiene un propósito (estar enteramente a su servicio), un fin (lo quieren ahora), un Dios glorificador (el dinero), y un eslogan que como una oración rezarán hasta la tumba: 
"tengo veinte años, siempre tendré veinte años, y si un sábado por la noche me quedo en casa a leer soy un aburrido y viejo, estoy muerto; si salgo de marcha y mi simpatía seduce mucho, soy muy joven y diver, estoy vivo; si el día está soleado y tengo la sonrisa de oreja a oreja soy un tipo alegre y estoy vivo, cuidado con que el rictus de la seriedad cruce mi cara como una cicatriz pues el cielo estará nublado y yo seré un tipo triste, y estaré medio muerto". Y tal y tal. 

Todos esos aspectos son otros tantos rostros de la cosmovisión narrativa dominante desde el siglo XIX, impulsada por la Burguesía revolucionaria triunfante, que cogió el relevo del Vaticano reaccionario en el manejo de los asuntos terrenales. Ilusión por El Progreso Ilimitado, ahora aquí en la tierra, es su santo y seña. Todo ello forma parte del canon de lo que los ciudadanos deben considerar como visible y creíble y deseable y, por tanto, inteligible, y lo que debe ser considerado invisible e increíble e indeseable y, por tanto, ininteligible. Por ejemplo, el corolario final de esa ilusión de progreso: las dos carnicerías mundiales que asolaron al continente europeo. Thomas Mann lo dejó estremecedoramente escrito en "Doctor Faustus", pero hay que leerlo y llenarse las venas con el líquido que destila de ese monumento. Pero esta gente va demasiado deprisa. Y también parece claro que seguirá siendo así durante mucho tiempo, educación y cultura imperativa y reaccionaria mediante. Ya que sea bajo los auspicios del Vaticano reaccionario o de la Burguesía Revolucionaria triunfante, sea con el Pony Express o manejando a pleno rendimiento Internet, "el Alma Humana, ciega y lánguida, torpe e indecente, quiere estar oculta, no obstante querer que nada le esté oculto. Y más lo que le sucederá es que se quedará descubierta a la verdad sin que ésta se le descubra a ella". (Agustín de Hipona) Y es que el alma humana va ligada a ese lado de la existencia que no trabaja con planes ni por objetivos, ni con métodos, ni metas, ni eslóganes, en fin, el alma humana no puede ser enmarcada dentro de un sistema. El alma humana se mueve más bien con presentimientos, a los que solo puede acercarse con cautela, por lo que la Peña Acelerada  acaba siembre enjaulada entre las cuatro padres negras del resentimiento, debido a las ilusiones perdidas o no cumplidas. Tratar de discernir, de una vez por todas, si hay vida después de la muerte o antes de la muerte, es una tarea en vano. Es nuestra condición de seres pensantes la que nos mete en esos líos y es el pensamiento, y sus aliadas incondicionales la lectura y la escritura, el único que nos puede sacar de ese totalitarismo existencial, y ponernos en la senda lúcida de la mortalidad: nada antes de nacer y nada después de morir. Sin embargo, y al mismo tiempo, todo se puede entender si bajamos hacia abajo y toda luz puede acontecer si subimos luego hacia arriba. Eso es todo, y nunca lo es de una vez por todas. Así es el Oriente implícito, que ha habitado desde siempre en los sótanos de la arrogancia del  Occidente explícito: "La insignificancia humana -el hecho de que las cosas no giran en torno a nosotros y nuestro destino- es la buena noticia" (Tito Lucrecio). 

Si las Corporaciones Mediáticas, El Corte Inglés, Coca Cola, Hollywood, etc, asumieran este eslogan en sus editoriales y campañas publicitarias....,si lo asumieran los nacidos después de 1980, los que tendrán que manejar la cita de Lucrecio, una vez que se lo hayan "comido" todo, pues sin casa, sin coche, sin trabajo son los que más gastan, tanto lo fungible como lo espiritual, como si fuera una misma tarta. Después del monumental ágape, después de esa colosal indigestión, ¿serán estos últimos héroes de la sociedad del bienestar los que darán por concluido el plano secuencia que comienza con el Imperio Romano, Cristianismo, Renacimiento, Ilustración, Revolución Francesa, Revolución Industrial, Revolución Soviética, dos Guerras Mundiales, y acaba con el Terror nuclear, variantes todos del alma del Occidente, que ha conseguido con la ilusión de todos los días un mundo de ciegos, y el arma perfecta de "aniquilación" masiva. Y, sobre ese acabamiento del bienestar, del que esos benditos empiezan a ser sus principales víctimas propiciatorias, sobre ese agotamiento, ¿serán capaces de darnos otra buena noticia?: la vuelta a la forma de pensar del alma de la Grecia antigua, exenta de ilusiones porque no se lo permite el incansable compromiso con las preguntas. No puede haber ilusión cuando domina el asombro sobre lo que acontece en el mundo. La ilusión es para los que lo saben todo, antes que el común de los mortales, sobre el porvenir que nos espera

viernes, 25 de noviembre de 2016

LOS OTROS

Deberíamos reconocer que, como seres de palabra y de razón, lo que más nos cuesta es expresar lo que sentimos a "los otros". Tenemos que seguir esforzándonos para superar esa parálisis que se apodera de nosotros, y que hace que, con frecuencia, se nos congelen en la boca las palabras que imaginamos a partir de lo que leemos o miramos, al intentar darles forma para explicar a "los otros" la experiencia de nuestra alma o nuestro espíritu, Entendiendo por "los otros" esos que son unos "desconocidos". Esos que no forman parte de nuestro círculo de seguridad de amigos, de familiares, de afinidad profesional, ideológica o deportiva, etc. En fin, entendiendo por "los otros" esos con los que nos reunimos para compartir dudas y perplejidades, mediante un lenguaje que no es el habitual. Un lenguaje que en la mayoría de los casos nos fomenta la inseguridad, a lo que solemos responder con desdén o recelo. Un lenguaje que da forma, o proviene de unos relatos a veces muy cortos, a veces muy largos. Casi siempre tirando a extraños y sospechosos. Y por ello, nunca de lectura y discusión plenamente cómoda y satisfactoria. 

jueves, 24 de noviembre de 2016

NO EN LÍNEA RECTA

Quizás hubiera que dar la vuelta al reloj y contar al revés. A veces se me ocurren estas distorsiones para tratar de conseguir lo que no puedo por la vía ordinaria de contar uno, después dos y después tres. Imagino que así le tuerzo el brazo al tiempo, para ver si soy capaz de enderezarme con los pies en el suelo. Vano intento. Ella se ha ido para no volver. Todo lo que ocurra a partir de ahora será igual a lo que quiera mi alma congelada. Ni siquiera podré escribir lo que debería dictarme el sentido común. Seré un estúpido si acabo creyéndome que podré contar algo en línea recta.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

ALEGRIAS

Mañana el mundo los olvidará sin hacer ruido, me susurró al oído mi hermano. Luego se hizo el silencio absoluto y el cura comenzó su discurso delante de los dos ataúdes, en la pequeña iglesia a la entrada del cementerio. Según caminábamos hacia las tumbas, detrás de los coches fúnebres, me volvió a decir: disfrutamos de dos tipos de alegrías, la que tuvimos antes de la pérdida de nuestra inocencia, y la que nos inventamos después de que ellos nos abandonaron; hoy, cuando los enterremos, ya no nos quedará ninguna. Al salir del cementerio, antes de despedirse, concluyó: no sé si deberíamos evitar dejarnos arrastrar por el rencor.

lunes, 21 de noviembre de 2016

HISTORIAS Y LECTORES & HISTORIAS DE LECTORES

La palabra “historia” designa en nuestras latitudes semánticas tanto el relato de hechos verdaderos como el relato de hechos falsos. Esa doble acepción convoca a dos tipos de lectores. 
1 El lector que lee para saber lo que dice la historia, es un lector de noticias. Si nos fijamos, su actitud es la misma que leer un periódico o ver el telediario: a ver que me dicen. Es un lector que se mueve dentro de la seguridad que le proporciona la calma chicha inherente a toda esa ortodoxia en la que alguien es el único que habla porque hay otro alguien que ha decidido sólo escuchar.
2 El lector que lee para saber lo que dice de él la historia, es un lector sensible al sentido que pueda ir adquiriendo su experiencia. Es un lector que se aventura en los procelosos mares de esa imprevisible inestabilidad, en la que alguien habla pero él no se resigna sólo a la escucha. Entonces responde: quiero saber por qué, y a continuación se pregunta de forma intempestiva y heterodoxa: ¿a ver qué hago yo con lo que me dicen, o que hace conmigo eso que me dicen, en fin, a ver que hago yo con lo que escucho? 

Asistir, por tanto, a una tertulia literaria o a un club de lectura puede servir para: 
1 intercambiar esas noticias con los otros lectores; es una tertulia dentro del ámbito propio de toda la ortodoxia informacional.
2 comunicar ese-algo-hecho por cada lector a los otros-altos-hechos por los demás lectores; es una tertulia donde tiene lugar, y al mismo tiempo, el momento fundacional de la heterodoxia individual y colectiva, esa en la que no hay resignación ante la escucha. Esa en la que el lector individual, entre y en complicidad con los otros lectores, se encarga, al fin, de la responsabilidad de su palabra. 

Como historia, es la única realmente ni verdadera ni falsa, sencillamente verosímil y, por tanto, creíble.

viernes, 18 de noviembre de 2016

8 DE JUNIO

Sin embargo, hoy hace sol, en contra de los peores augurios que anunció ayer el hombre del tiempo. Ni un rastro de nubes. Tal vez por eso, mi madre se ha ido temprano a reponer las flores en la tumba de mi hermana. En la radio anuncian con insistencia la subida no prevista del paro. La que fue mi novia se estrena hoy como actriz principal en el teatro municipal de la ciudad. Espero que actúe por encima de mi desdicha. Esta noche he dormido sin sobresaltos, casi de un tirón. Después de desayunar, regaré el jardín. Luego me iré a nadar a la piscina.

jueves, 17 de noviembre de 2016

EL ESPEJO

Se dio cuenta de que estaba despierto cuando la pantalla televisiva empezó a reflejar noticias como si fuera un espejo. Hasta ese momento estaba convencido de que estaba en otro sitio. La sucesión de interferencias que iban apareciendo en la pantalla se parecían mucho a las que acababa de ver en ese otro sitio. No sé, llámalo sueño si quieres, me dijo. Sin embargo - continuó - este otro sitio y la pantalla televisiva no se parecían en nada. Esta última me doy cuenta que está ahí fuera, pero aquel sitio he empezado a sospechar que no está aquí dentro, dijo poniendo su dedo índice entre ceja y ceja. Yo quiero seguir a su lado, pero no sé dónde colocarme.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

AMOR TERMINAL

Tu tristeza nunca te dejó verlo, dices en tu última carta, ahora que se ha ido con su tormento, y que a tu soledad empieza a morderle el vacío. Dices tristeza, cuando te has dado cuenta de que dedicarte tanto tiempo a tu carrera no te ha servido para obtener mayor reconocimiento. Pienso que tiene más que ver con lo que yo llamo olvido. Olvido de quien era él de verdad, de que había detrás de esas apariencias construidas como un teatro de arlequín a tu servicio y en tu honor. Olvido de que no era un mueble. Simplemente pudiste hacerlo y lo hiciste. Lo abandonaste.

viernes, 11 de noviembre de 2016

TEATRO

Se fue lejos pero nos llevó siempre con ella en su corazón, es tu forma invariable de hablar cuando brota su ausencia en nuestras conversaciones. No quieres dejar de verlo así. No es tanto por ella, como por ti. Como si viéndola tal y como a vuestra madre le gustaba aparentar ser, te protegieras de lo que fue tu relación con ella. Así formas parte de su teatro. Tu manera de ver las cosas es la que mejor las oculta, distrayendo el curso de los acontecimientos venideros, ahora que ha dicho que no piensa volver a casa. En su corazón guarda de todo, también lo peor. No lo dudes.

jueves, 10 de noviembre de 2016

EN EL QUIRÓFANO

"¿Por qué le iban a molestar una muleta y una pata de palo?", creí entender a la enfermera que hablaba al otro lado del teléfono. La verdad es que no había prestado demasiada atención a lo que me decía. Era mi antigua novia. La volví a encontrar cuando ingresaron a mi mujer para ponerle una prótesis en la rodilla derecha. La vi de lejos y pensé que me había equivocado. Luego desapareció del hospital. Pero cuando tuvieron que amputarle la pierna a mi mujer, ella estuvo todo el tiempo en el quirófano, el mismo donde la conocí cuando me hicieron la operación del corazón. Al salir de allí nos fuimos a la cama.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

UNA BROMA INNECESARIA

No podemos matar el tiempo sin herir la eternidad, sin anular, por tanto, el horizonte de nuestros anhelos. Lo mejor de este terrible abismo es que nunca deja ver la verdad de su misterio. Lo peor, es que quedamos sujetos, como el brocal respecto a su pozo, a la hondura de esa ocultación, cavada insistentemente a lo largo de nuestra vida. El precio a pagar - porque vivir es un valor, pero también tiene un precio, como bien saben los traficantes de todo lo que se mueve -, en cualquier caso es siempre el mismo. Por eso entiendo cuando me dice, que alargar su vida es una broma innecesaria.

martes, 8 de noviembre de 2016

UNA ACTITUD ANTE LAS PALABRAS Y LAS COSAS

Hay en nuestras vidas una desproporcionada y desordenada acumulación de sucesos incompatibles con la tarea instrumental con que nos ganamos el sueldo cada día, debido a su valor de cambio. ¿Donde van todos esos sucesos? ¿Donde desembocan? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Que hacen ellos con nosotros? ¿En que se nota en el transcurso de nuestros días?

Los cuentos encadenados pueden ser (como leer y escribir en general) una representación de esos sucesos, que son además una fuente inagotable de inspiración. Un cuento encadenado no es el inicio de una historia en marcha, ni el nudo de esa misma historia. No es una historia a punto de acabar, ni el final de esa misma historia. Es una imagen razonable. No racional, razonable, como ya he dicho en otro escrito. Las imágenes razonables son artefactos narrativos que resuelven, a mi entender, el acto de escribir un cuento encadenado de 100-120 palabras de forma más expresiva que los conatos de contar historias que todos tenemos, que en la práctica se quedan en conatos. Ya que debido a lo característico de su enfoque y su encuadre, mediante esas imágenes la voz narradora puede construir un ámbito, o una atmósfera, donde el lector despliegue al leerlos algunas de las posibilidades de su razonamiento. Tal aprendizaje no comienza por la transmisión de una serie de conocimientos o preceptos, o por un repertorio de técnicas o de estrategias para producir un resultado satisfactorio inmediato, sino por una confrontación directa e integral con la forma en que pensamos el mundo de aquellos sucesos que nos rodean, por la manera en que lo pensamos nosotros. Nada de esto, si nos fijamos, se opone a esos conocimientos o técnicas. Al contrario, más bien los refuerza, los hace más perentorios, una vez que hemos experimentado esa confrontación directa con la forma en que pensamos el mundo, que es el primer esfuerzo que hay hacer al escribir un cuento encadenado (y al leer y escribir en general). De ahí debe surgir la satisfacción por el esfuerzo realizado de quién lo ha escrito, que se concretará en esa imagen razonable que propongo. 

Marcar como prioridad, antes que nada, escribir el cuento buscando una satisfacción inmediata en el resultado del tipo escribirlo bien o escribirlo claro o simplemente escribirlo, es arriesgarse a escribir sin decir nada o a repetir lo ya sabido. Escribir bien no es sinónimo de bien escrito, como escribir con claridad no lo es de hacerlo con ausencia total de obscuridad, como simplemente escribir no significa haber escrito. Por ejemplo, el cuento puede estar bien escrito pero estar rodeado, al mismo tiempo, por un océano de tinieblas, teniendo el lector que atravesar esas tinieblas para llegar a esa luz. Este suele ser, aunque no siempre con acierto, mi forma de enfocar y encuadrar mis cuentos encadenados. Dicho de otra manera, para tratar de llegar a la luz de lo que nos es desconocido - en definitiva, así es como se aprende - no se puede hacer guiándonos con la luz de las palabras ya  conocidas. Correr el riesgo de perderse escribiendo (o leyendo) puede ser un acierto narrativo nada despreciable. Más conveniente, pienso yo, es iniciar el recorrido diciéndonos algo así como, "este mes me he parado, al fin me he parado, o el estar en esta tertulia ha hecho que inopinadamente me haya parado, no sé, lo que si es cierto es que me he parado y he pensado un rato cada noche, o durante el fin de semana, con algo o con mucha atención y confianza sobre los sucesos del mundo en el que existo cada día, no sobre los visibles sino los que no lo son tanto, o nada, y tengo una imagen provisional, o dos, o tres, que creo que representan con cautela, o más o menos, o un poco, esta experiencia. Y todavía tengo tiempo para afinarlas o pulirlas, para decidir la imagen que ofreceré a mis amigos lectores de la tertulia". Es el inicio de un recorrido que es reflejo no del todo consciente, o del todo inconsciente, del carácter íntimo del autor, ese que bulle temblorosamente bajo la solidez indiscutible de su carácter oficial en el trabajo o en la familia o con los amigos, pues se ajusta al uso de la palabra poética a la que todo ser humano, por estar constituido de palabra y de razón, está adscrito, lo sepa o no. Lo quiera o no. Lo exprese por escrito o no. Lo exprese oralmente o no. 

Ningún ser humano puede prescindir de la condición poética intrínseca al sonido y al sabor de las palabras, las suyas y las ajenas, pues sería lo mismo que prescindir de su intimidad o de su alma. No podemos no querer sentir, para entendernos, esa resonancia de las palabras dichas o oídas, leídas o escritas, que nos suenan y nos saben en nuestro interior, sencillamente por el hecho de seguir vivos, ocupando un lugar en el mundo. La mayoría de las veces esa resonancia no repercute fuera y se queda en silencio, pero, a veces, necesita querer expresarse con formas y en momentos y en lugares inesperados. Escribir un cuento encadenado (como leer y escribir en general) es una actividad que fundamenta su seriedad y elementalidad en saber estar a la espera. 

viernes, 4 de noviembre de 2016

LO IMPORTANTE

Apaga el ordenador, retira la silla que la mantenía pegada a la mesa y se dirige a la cocina. Abre el armario y coge una botella de whisky . Luego coge un vaso de culo gordo y lo llena hasta arriba. Bibiana Kaulestia sabe que "su estado de bienestar" no da para más. Lo delata que ya no se enfada. Cuando sale a la calle con los suyos, sólo se ríe. O encoge los hombros cuando alguien le hace una pregunta, que ella siempre considera insustancial. ¿Lo importante? De repente, a su edad, se ha dado cuenta que no sabe lo que es.

jueves, 3 de noviembre de 2016

EL PUNTO CIEGO

De repente, a su edad, se ha dado cuenta que no sabe lo que es el punto ciego. Bueno, Julius si sabe lo que significa: que hay muchas cosas que uno no puede ver aunque sean visibles. Lo que no sabe, certeramente, es cual es el suyo. Mientras pasa el dia en el hospital psiquiátrico, no tiene mas remedio que estar sometido a la perfección y exhaustividad de su mirada. Lo tiene que ver todo. Pero cuando regresa a casa caminando, nota un temblor en la verruga derecha de la cara que le nubla la vista por ese lado. Siempre teme que el temblor continúe cuando regrese al hospital. Por eso hoy ha decidido quemarla.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

ANTE LA CRISIS

Lo que todo ser humano descubre estupefacto cuando entra en crisis es el vacío como elemento constituyente de la existencia. La angustia que viene a continuación es la respuesta inexorable a ese vacío. Si acude a un experto, pues ya está. Pero si decide contarlo narrativamente corre el peligro de que todo ese embrollo en que se encuentra metido se desborde o se desparrame e inunde todo lo que su fuerza imparable alcance. La voz narradora, entonces, se habrá desahogado a gusto, pero el lector que pretenda comprenderla no podrá ver nada. Podrá hacerse cargo, pero no lo podrá hacer suyo lo que cuenta. Sin embargo, cuando controla el embrollo de manera razonable, no racional, con razonable vacilación o incertidumbre o ambigüedad, en el sentido de que actúe como un dique, produce en el lector una lúcida melancolía que le permite acceder a ese oscuro confín en el que se aloja la existencia humana cuando la abraza el vacío. Un confín que, a su vez, no deja de ser para ambos, la voz narradora y los protagonistas, una presencia como si fuera un pesado y lacerante fardo. Produce en la intimidad del lector el sentir de aquel sentido. Los comprende aunque no los conozca. Es decir, hace suyo el embrollo que ha disparado esa crisis.